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Destacamento IM “Cochrane”
Los “destacados” infantes del extremo sur
Ser Infante de Marina es particular, y llevar a cabo esta actividad en condiciones climatológicas adversas, adquiere aún más complejidad.
El Destacamento de Infantería de Marina N°4 “Cochrane”, creado el 5 de diciembre de 1949 en el extremo sur del país, lleva a cabo sus operaciones bajo nieve, copiosa lluvia y un incesante viento, lo que configura un teatro de operaciones especial, que requiere de fortaleza física y emocional.
El “Cochrane” es un órgano de maniobra de la Tercera Zona Naval, que se destaca (de ahí su denominación de destacamento) en una zona territorial. A través de dos testimonios, buscamos conocer más de estos Infantes australes.
Con las botas puestas
El Sargento 2° Panadero Rodrigo Mira, dotación del Cochrane desde este año, entró a la Armada a través del Servicio Militar como Infante Marina y eso lo marcaría para el resto de su carrera. Pese a ser de una especialidad de cámara, nunca se ha desligado del sentimiento de la Infantería de Marina. “Sé lo que es vivir en campaña, pasé frío, caminé harto, pasé sueño y uno nunca se olvida de lo que fue. Entonces, cuando uno está haciendo la pega, yo pienso en lo que andan los Infantes y por eso me dedico, por qué sé lo que valoran un buen alimento”.
Para ser dotación del “Cochrane” debió realizar una instrucción de Clima Frío que comprende una fase teórica y otra práctica. “Uno aprende a comportarse en terreno, usar armamento, orientación terrestre, supervivencia, cómo armar un vivac, el lugar donde vamos a habitar en situaciones inhóspitas, y todo lo que se diferencia de la parte naval”, puntualizó. “Es fundamental para fortalecer la camaradería y espíritu de cuerpo”, señala Mira, especificando que la instrucción en clima frío adquiere una complejidad mayor por las condiciones climatológicas. “El equipamiento es vital ya que uno puede estar el día entero bajo la lluvia y el vivac debe estar en condiciones de supervivencia, es decir seco”, detalla.
Peligro campo minado…10 años de historia
El Cabo 1° IM Freddy Asencio es parte de la Partida de Operaciones de Minas Terrestres (POMPTA) de la Armada, desde el 2007 cuando esta unidad se aislaba en los Campos Minados para hacerles mantenimiento. “Llegábamos con la logística para alambrar e instalar los letreros en español, inglés, francés y alemán. En ese tiempo, la unidad pertenecía al Batallón de Apoyo de Combate del Destacamento Miller y veníamos todos los años al mantenimiento y entrenamiento, para saber cómo nos íbamos a enfrentar cuando comenzáramos a desminar las M178 y M16 el 2009”.
Los desafíos aumentaron cuando comenzó el entrenamiento para las operaciones de desminado. “Durante 10 días sólo pudimos ingresar tres días al campo minado por razones climáticas, lo que nos permitió sacar expectativas y verificar el funcionamiento de los trajes, mecanismos de seguridad, etc. Al principio, nos quedábamos en carpas, pero se volaron todas”.
La POMTA opera en aislamiento por lo que se requiere un campamento que cumpla con todos los estándares de supervivencia y que además constituye un soporte fundamental para un trabajo en el que se pone en riesgo la vida diariamente. “Nosotros mismos instalamos el campamento. Todos hacemos de todo. La mayoría somos Ingenieros de Combate y tenemos que hacer carpintería, albañilería… hemos tenido que aprender de todo”, menciona con orgullo.
Luego de tres años en la unidad, le preguntaron si se quería venir a Punta Arenas, ahora que la POMTA pasaba a depender del “Cochrane”. “Yo dije de inmediato que sí. A mí me gusta estar aislado, lo disfruto y es beneficioso, para mí y mi familia”. Pese al aislamiento, en un clima adverso, el Cabo Asencio valora las condiciones de trabajo. “Esta es una pega sacrificada que hay que quererla para hacerla bien”, enfatiza al detallar que entre las características de un hombre POMTA debe existir el autocontrol, el espíritu de cuerpo y saber que lo que uno está haciendo es por un bien internacional, es un bien histórico. “Esto se va a terminar y nuca más va a existir un desminado en Chile”, reflexiona.
“Para mí, una mina antipersonal es un desafío que constituye peligro controlado. Yo la domino y la neutralizo. No es una enemiga. El miedo siempre está, y entrega valentía para enfrentar el peligro. Yo me enfrento al peligro, teniendo confianza en mi entrenamiento, mi detector y mi equipo”.