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Capitán de Corbeta Sebastián Berthet, nadador de rescate
“La preparación brinda la confianza para actuar con tranquilidad cuando hay vidas en peligro”
Formar parte de esta especialidad implica una gran preparación física y mental para actuar a sangre fría en lugares donde hay vidas en riesgo. En esta oportunidad, conoceremos el trabajo que realiza un nadador de rescate, cómo nace la pasión por esta profesión, su preparación y algunas anécdotas a destacar.
Los 365 días del año, los nadadores de rescate están en constante alerta para asistir a una emergencia. Además, este grupo selecto de marinos, Oficiales y Gente Mar, conforman las dotaciones SAR (Search and Rescue) dependientes de la Dirección de Seguridad y Operaciones Marítimas (DIRSOMAR), distribuidas en las cinco Zonas Navales como dotación de los diferentes destacamentos y grupos aeronavales.
Los nadadores de rescate son personas con un gran estado físico y control mental, capaces de dar la vida por la de otros. Su rutina diaria consiste en ejercicios de natación y resistencia aeróbica, entrenamiento que a veces se extiende más allá de la jornada laboral.
Para el Capitán de Corbeta Sebastián Berthet, ésta era una subespecialidad desconocida. El año 2010 conoció a este grupo de élite tras el terremoto y tsunami ocurrido en febrero de ese año, mientras formaba parte de la dotación de la barcaza LST “Rancagua”, apoyando en las tareas de reconstrucción en las zonas afectadas.
“En gran medida, el hecho de participar en buques que efectuaban transporte a zonas aisladas y ayuda humanitaria me convenció de tomar la decisión de elegir una subespecialidad de apoyo a la comunidad”, comenta. Se interiorizó sobre esta opción, postuló y se preparó para aventurarse en esta profesión.
Equilibrio físico y mental
Dentro del plan de estudio del Curso de Especialidad Complementada Nadador de Rescate para Oficiales y Gente de Mar, diseñado por la Dirección de Educación de la Armada, se establecen las pruebas físicas de ingreso, requisitos previos y aprobación de los exámenes médicos y psicológicos. También incluye, en la etapa formativa, cinco módulos: los primeros tres en Chile, uno en Argentina y el quinto nuevamente en el país. Luego de esta fase de intenso entrenamiento, los alumnos retornan al país para terminar su especialización en la Escuela de Aviación Naval, realizando saltos y procedimientos desde helicópteros navales nacionales.
De acuerdo al Capitán Berthet, para desempeñarse en esta especialidad debe haber un equilibrio físico y mental al momento de enfrentar una contingencia; dicha armonía permitirá tener la serenidad y firmeza para actuar con calma en un rescate acuático. “Solo una buena condición física dará la tranquilidad mental para poder desempeñarse en los ambientes hostiles en donde se producen los accidentes. Esta preparación es la que brinda la confianza y fortaleza para actuar con tranquilidad en los lugares donde hay vidas en peligro”, indica.
Un rescate complejo
Quien hoy se desempeña como Jefe de Sección Nadadores de Rescate de la Dirección de Seguridad y Operaciones Marítimas en Valparaíso tiene una vasta experiencia en rescates.
Para él, cada uno depende de una multiplicidad de factores que hacen que cada operación sea diferente. “En un período de verano en la jurisdicción de Coquimbo y en condición de marejada, tuve la oportunidad de rescatar a 24 personas en total, solo en una tarde y en distintos llamados. En otra ocasión, asistí a un rescate masivo de 18 personas, las cuales fueron arrastradas por una ola en Playa Amarilla, Concón. Y así, puede ser que en otros períodos no tenga ninguna activación. Todo es variable y todo depende de la suerte”, expresó el Capitán Berthet.
Otra situación compleja aconteció durante el temporal del 8 de agosto de 2015, en Valparaíso, el que causó la destrucción de infraestructura costera y daño en las construcciones en varias localidades del litoral central. A lo anterior se sumaron fuertes rachas de viento y olas que rompieron con violencia el borde costero.
“En aquella operación tuvimos que rescatar civiles que se encontraban a bordo de una embarcación menor en medio del temporal y marejadas que afectaron a la bahía de Quintero y, mientras me encontraba evacuando a una persona estando yo enganchado al arnés y al cable de la grúa del helicóptero HH-32, fui arrastrado por la cubierta de la nave junto a la víctima, debido a un movimiento sorpresivo que realizó helicóptero. Esta acción hizo que me golpeara en la superestructura de la lancha, precipitándome con la víctima al mar; ya en el océano, verifiqué el estado del civil, encontrándose ileso”, señaló Berthet.
“Momentos después comencé a sentir un intenso dolor en mi pierna derecha, el que se intensificó al ser izado por el cable. Inmediatamente presentí que algo no estaba bien. Al llegar a la cabina, los enfermeros descubrieron la causa de este dolor y tomaron los primeros resguardos, mientras me evacuaban al Hospital Naval. La causa fue una fractura de fémur derecho, el hueso más largo y fuerte del cuerpo que requiere de mucha fuerza para romperlo. Desde esa fecha, llevo seis operaciones reconstructivas y posterior terapia de rehabilitación”, declaró.
Sin embargo, el Capitán Berthet no cambiaría su elección. “Ser un nadador de rescate es ir más allá de la piocha en el pecho que nos identifica. Es demostrar valor, esfuerzo, coraje, arrojo y determinación. Es aprender a convivir con el peligro y enfrentar el peligro que significa el arriesgar la vida al servicio de sus semejantes, sufriendo a veces consecuencias físicas graves. Todo, con la finalidad de cumplir con la misión, siendo un total anónimo y sin buscar ningún tipo de reconocimiento”, concluye.