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Unidos para proteger a las ballenas en la Patagonia norte

Gobernación Marítima de Castro y Fundación MERI, en inédita alianza, buscan proteger de colisiones a las ballenas del sur de Chile.

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En noviembre de 2018 una normativa especial vio la luz: su objetivo, evitar colisiones entre embarcaciones y ballenas en el área de Chiloé, considerando que los mares interiores son áreas importantes para alimentación y crianza de estas especies. 

La Fundación MERI es una O.N.G con importantes estudios científicos y proyectos de cuidados medio ambientales en relación a las ballenas. Por otro lado, la Dirección General del Territorio Marítimo y de Marina Mercante a través de sus Gobernaciones Marítimas y Capitanías de Puerto es el organismo que tiene competencias sobre el mar territorial y la preservación del medio ambiente acuático.

Es por esto que ambas instancias necesitaban de un feedback de cooperación y coordinación. Para la Jefa del Departamento de Intereses Marítimos de la Gobernación Marítima de Castro, Teniente 2° Litoral Natalia Martínez, la alianza incluye “la capacitación en la identificación de especies durante el avistamiento de cetáceos y la posterior puesta en marcha del conocimiento a usuarios marítimos entre la acción de disminuir la velocidad de las naves, la cual es inversamente proporcional a la muerte de los cetáceos”.

 

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Las zonas protegidas
por esta normativa
conforman la Ecorregión
Marina Chiloense (EMC),
comprendida entre Chacao
y la Península de Taitao,
la que posee especies en
peligro crítico de extinción
tales como la ballena
Franca Austral y en peligro
de extinción como las
ballenas Azul y Sei.

Ana María Molina, Directora Ejecutiva de Fundación MERI, indicó que la fundación forma parte de Filantropía Cortés Solari y lleva más de 5 años dedicada a la investigación científica y a la educación ambiental con el propósito de favorecer una conservación efectiva en Chile. “Para ello, junto con los proyectos de investigación, nuestro equipo de Educación Ambiental se preocupa de acercar los conocimientos que vamos adquiriendo a las comunidades en los territorios donde trabajamos para avanzar en conjunto hacia el objetivo de conservar de manera consciente, responsable y efectiva”, detalló.

Es en este contexto que la Directora Ejecutiva destacó que “llevamos años haciendo talleres y capacitaciones a diferentes grupos de la comunidad: estudiantes, juntas de vecinos, personal de empresas navieras y también a personal de la Armada, a través de las Capitanías de Puerto y la Gobernación de la zona, y ello permitió desarrollar una relación de trabajo cordial y fluida con las autoridades marítimas del territorio donde ejecutamos nuestros programas. En Fundación MERI veíamos con preocupación el alto riesgo de colisiones entre cetáceos y embarcaciones en la zona, que pueden provocar desde heridas en las aletas hasta la muerte del animal”.

Si bien no existen cifras oficiales en Chile, algunos estudios internacionales indican que, para poblaciones de determinadas áreas, hasta 1 de cada 3 ballenas encontradas muertas presentan signos de haber fallecido a causa de colisiones con embarcaciones, según afirma un artículo publicado por Whale and Dolphin Conservation.

“Por esta razón, buscamos en la Autoridad Marítima el apoyo y la colaboración para avanzar en medidas que pudieran disminuir esta amenaza y que se sumaran a las regulaciones existentes y que la Armada hace cumplir exhaustivamente”, detalla Molina.

Así, en enero de 2018, comenzaron las capacitaciones sobre cetáceos a funcionarios de las Capitanías de Puerto de Castro, Achao y Quellón. Luego, gracias a una nueva instancia de capacitación a todas las Capitanías de Puerto en el área de Chiloé y a la oportunidad de sostener una reunión con el Capitán de Puerto de Castro, “comenzamos una etapa de conversaciones con el objetivo de generar medidas preventivas para disminuir el riesgo de colisiones entre grandes cetáceos y naves”, señaló la Directora Ejecutiva de MERI.

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Considerando lo conversado en estas instancias, Fundación MERI entregó información con bases científicas y normas básicas para dar soporte a una normativa como la requerida para el objetivo conjunto que se estaba buscando. Tras un arduo proceso de correcciones y de enriquecer el documento inicial, sumado al trabajo y gestiones del equipo de medio ambiente marítimo, encabezado por la Teniente 2° LT Natalia Martínez, se logró llegar a un documento final aprobado y oficializado con el anterior Gobernador Marítimo de Castro, el Capitán de Navío Litoral Héctor Aravena Salazar, específicamente el 26 de noviembre de 2018.

¿Cómo ha funcionado la normativa?

Tanto desde la Gobernación Marítima de Castro como desde Fundación MERI coinciden en señalar que se ha recibido información de que actores claves como los responsables de las barcazas de traslado de pasajeros y el personal de las Capitanías de Puerto, ya están al tanto de la normativa y la aplican siempre que no se arriesgue la seguridad de la navegación.

En este sentido Ana María agregó que “es importante recordar que la normativa es de carácter voluntario y debería evaluarse su cambio a obligatoria, por tanto, será necesario actualizar la normativa con el paso del tiempo, como también implementar un sistema de monitoreo simultáneo de velocidad de naves y presencia de cetáceos en los mares de la provincia de Chiloé. Para ello, es fundamental que las autoridades e instituciones relacionadas se involucren y colaboren en la consolidación de esta regulación”.

En tanto la Teniente Martínez indicó que desde la puesta en marcha de la nueva normativa no se han producido muertes de ballenas por colisión. “Se puede deducir que ha sido una buena disposición a los capitanes de las diversas embarcaciones, sin embargo, falta aún progresar en la tecnología como, por ejemplo, equipos hidrófonos que determinen en tiempo real la presencia de ballenas y una aplicación telefónica que llegue de manera instantánea a los operadores de las embarcaciones para así reducir la velocidad y se proceda al cuidado de estos grandes mamíferos”.

Hasta la fecha la normativa no considera sanciones, sino más bien busca educar a los actores claves: que reconozcan especies de ballenas que avistan, cantidad de ejemplares, si son crías o adultos, entre otros aspectos. También considera que disminuyan la velocidad de navegación igual o menor a 10 nudos de día e igual o menor a 8 nudos en la noche, y jamás interrumpir la trayectoria de la ballena o manada, todo ello registrándolo en la bitácora.