Singladura del Almirante - Abril

Durante este mes recordamos el natalicio del Comandante Arturo Prat, un ya lejano 3 de abril de 1848, en la hacienda de San Agustín de Puñual. Es un motivo recordar el legado que nos dejó nuestro insigne héroe, casi 140 años después de su muerte en la gloriosa en la rada de Iquique.

La Armada, desde su conformación, está basada en convicciones tan profundas como claras. Cochrane, el marino inglés contratado por O´Higgins, sentó en roca sólida los principios con los que debía actuar una Marina joven y ávida de gloria como la chilena. Desde 1818 en adelante, la Armada tuvo vaivenes que la llevaron a casi desaparecer, pero siempre manteniendo esa línea de conducta que caracteriza a las dotaciones de la Marina, y que fue grabada en sangre y fuego con el sacrificio absoluto de Prat y su dotación.

No obstante, quiero detenerme un instante en la figura de Prat, y en particular en uno de los valores que el célebre marino tenía: el patriotismo. Cuando hablamos de patriotismo, nos centramos en ese amor incondicional e incluso irreflexivo que se expresa hacia el territorio, su gente -reflejada en nuestras familias- costumbres y cultura que definen al país al cual juramos proteger. Fray Camilo Henríquez, editor de La Aurora de Chile, en una edición de agosto de 1812, expresa que "el amor de la patria es el más enérgico, y delicioso de todos los sentimientos", agregando a continuación que “este sentimiento tierno, y vivo, que reúne la fuerza del amor propio a toda la belleza de la virtud, le da tal energía, que viene a ser las más heroica de las pasiones”. Entonces, el mejor ejemplo de patriotismo que nos puede dar el Comandante Prat, es su inmolación como Comandante de la Esmeralda, demostrando de la manera más fehaciente cuál es el espíritu permanente que impulsa a quienes vestimos el uniforme que nos identifica como marinos de Chile. 

Prat ejecutó de manera brillante los planes que Cochrane forjó para la Marina. Ambos, diferentes entre sí, pero unidos en el afán de hacer grande a la Armada y a Chile, son los pilares que sostienen una tradición de gloria y victoria que ya sobrepasa los dos siglos y de la cual debemos sentirnos orgullosos. Nos debemos a esta Patria que nos tiene por sus hijos más queridos, defensores de ella hasta la muerte si fuese necesario, juramento que no debemos olvidar jamás y que nos hace tan especiales para nuestro país.

Espero, luego de un ajetreado mes de marzo, que estos días previos al inicio de nuestro Mes del Mar, sea un período fructífero para ustedes y sus familias. Un fuerte abrazo para todos.

 Almirante Julio Leiva Molina
Comandante en Jefe de la Armada