Cabo 2° Piero Figueroa bajó 44 kilos en 10 meses

“Mi hija estaba recién nacida y tenía limitaciones para cargarla y jugar con ella”

Con 27 años el Cabo 2° Escribiente de la Cuarta Zona Naval, Piero Figueroa, enfrentó la obesidad y el sedentarismo, logrando en poco menos de un año resultados sorprendentes que lo tienen practicando deporte toda la semana y alimentándose de forma saludable. Hoy cuenta su experiencia, para que como él, otros se motiven y cuiden su salud.

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Paralelo a sus estudios en la Escuela de Grumetes, el Cabo 2° Piero Figueroa practicaba activamente el atletismo y formaba parte del equipo de rugby. Todo bien, hasta que mientras cursaba la especialidad de Escribiente y mientras jugaba rugby, sufrió una lesión a la rodilla que lo obligó a ser intervenido quirúrgicamente en el Hospital Naval “Almirante Adriazola” de Talcahuano.

“Producto de esa lesión y debido a mi incapacidad de realizar actividad física comencé a subir de peso. Tenía el alta y los permisos para hacer deporte pero no lo hice, y me mantuve sedentario. Seguí engordando cada vez más. Solo en 3 meses de servicio ya había subido casi 20 kilos”, recuerda Figueroa.

Pasaba el tiempo y los problemas de sobrepeso se comenzaban a manifestar en malestares físicos, que le impedían efectuar su vida con normalidad. “Sufrí fuertes dolores de espalda y de rodillas, me diagnosticaron un síndrome de Bertolotti, el cual era agravado por mi condición de obesidad”, continuó.

Las dificultades se incrementaban en su vida personal. “Mi hija estaba recién nacida y tenía limitaciones para cargarla y jugar con ella. Comencé a vestirme con ropa americana porque la ropa del retail no me quedaba bien, el uniforme naval me lo mandé a hacer a la medida, porque en el pañol no había de mi talla. Así, una serie de cambios en la vida diaria que me afectaban también psicológicamente. No quería salir a la calle porque me cansaba al caminar, no me gustaba que me vieran en la playa, y así muchas cosas que la mayoría de los obesos deben sufrir y que es algo que la gente común y corriente no ve”, recordó.

Punto de quiebre

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Midiendo 1.65 cm y pesando cerca de 119 kilos, desde el Policlínico de Iquique lo derivaron al Hospital Naval de Viña del Mar, para incluirlo en un programa de cirugía bariátrica, lo que desechó por un motivo en particular: “cuando estaba decidido a someterme a una cirugía, vi a una persona cercana que pesaba menos que yo, que sufrió un ataque al corazón. Desde ese momento tomé conciencia de lo que estaba pasando, y me hizo pensar que no quería dejar a mi familia”.

Desde ese momento y según recuerda, comenzó un tratamiento a través de las Médico del Policlínico Médico Dental de Iquique, Teniente 1° SN Claudia Retamal y la nutricionista Daniela García para cambiar hábitos alimentarios, ordenando principalmente el horario de las comidas y comenzando a realizar deporte. “Comencé a ordenarme con las comidas, a tomar desayuno, almorzar, tomar once y cenar, ése fue el primer cambio, las 4 comidas diarias, complementando esto mis tiempos ya que aparte de ser marino estudio Ingeniería Comercial”, comentó.

Ocho meses después de comenzar el desafío, Figueroa ha experimentado un cambio extremo, perdiendo 44 kilos a la fecha (De 119 kilos a 75 kilos), progreso que ha sido apoyado siempre por su familia, quienes han adaptado sus costumbres para ayudarlo a cumplir con sus objetivos. “Mi señora es delgada y ella no necesita bajar de peso, aun así, ella adecuó sus comidas a las mías. Entendimos que esto es un cambio de vida y que tenemos que remar como familia y entregar estas lecciones a nuestra hija. Si nosotros le enseñamos a comer sano y a tener una vida deportiva desde pequeña, ella no pasará por los inconvenientes que pasé yo. Ella no come dulces no porque no le demos, sino porque no le gustan. Sus comidas son balanceadas. Nuestra calidad de vida como familia ha cambiado muchísimo”, señaló.

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Sueños de triatlón

A comienzos de 2019 tomó el desafío de complementar los casi 10 kilómetros de trote que logró una vez que bajó de peso: “quería dar otro paso y demostrarme que todo los objetivos que uno se propone pueden lograrse, con rigurosidad, perseverancia y disciplina. Por eso en marzo del 2019 entré al equipo de triatlón “Ikike Tri Team”, donde me han ayudado a aprender a entrenar, porque este deporte es individual, pero es mucho mejor entrenarlo en grupo”.

Desde que comenzó su experiencia en triatlón, el entrenamiento se ha vuelto constante durante los últimos 9 meses. “No tengo días de descanso. Los fines de semana me levanto muy temprano a entrenar. El sábado a las 06:30 am me levanto a tomar desayuno, para después salir a entrenar ciclismo por aproximadamente 2 horas y media, finalizando con trote por la costanera. El domingo a las 08:00 hrs corro por Cavancha, para a las 11:00 estar nadando de 1500 a 2500 metros en aguas abiertas”, dijo. Sus desafíos a futuro son grandes, pensado incluso en el plano internacional. Luego de dar el paso a nivel local, pretende dar el salto y participar en un Ironman en Sudamérica: “ya he participado en triatlones locales, logrando buenos tiempos. Este 2020 espero poder salir a competir a otras ciudades y, por qué no, países. Tengo en mente poder competir en el IronMan 70.3 Maceió en Brasil”.