60 años de los Guerreros de las Botas Mojadas

Listos para actuar en todo terreno y bajo cualquier condición

Los Buzos Tácticos mantienen un entrenamiento constante, tanto para fines netamente bélicos como para cumplir otras funciones en apoyo a la comunidad, como ha sido en catástrofes o desastres naturales que el país ha debido enfrentar.

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La subespecialidad de Buzos Tácticos nació en 1957, cuando tres jóvenes Oficiales de la Armada de Chile realizaron un curso que dejó de manifiesto la necesidad de contar con especialistas preparados para cumplir misiones de demolición submarina de carácter ofensivo y defensivo. Sin embargo, el hito constitutivo se produjo el 5 de agosto de 1959, cuando el Comandante en Jefe de la época, Vicealmirante Leopoldo Fontaine, creó la Subespecialidad de Buceo Táctico de la Armada. 

En el siglo XXI los Buzos Tácticos fueron ganando capacidades y habilidades que les dieron prestigio y renombre mundial. Entre ellas destacan su contribución en Misiones de Paz en Camboya, Haití y Colombia, y en el contexto nacional, la participación en los terremotos de 1985 y 2010, en el rescate de los 33 mineros, en los incendios de Valparaíso, la rebusca del Casa 212 en Juan Fernández y en muchos otros capítulos de la historia del nuestro país.

Buzos Tácticos, ¿solo buzos? Capitán de Corbeta Pablo Luchsinguer

Si bien todos los buzos tácticos egresan con ciertas características que les permiten desarrollar de buena forma las diferentes actividades de la especialidad, como son fortaleza mental, capacidad física adecuada, disciplina, resiliencia, entre otras, y que son transversales prácticamente a todas las actividades, cada área de entrenamiento (tierra, aire y mar) aporta y exige diferentes características y/o cualidades.

En el aire, por ejemplo en actividades de paracaidismo libre militar nocturno, mientras los operadores esperan que la aeronave monte a la altura planificada de salto, cada BT va teniendo un paulatino incremento de adrenalina en su sangre, sentimiento que es opacado cuando se abre la rampa de la aeronave dando paso a la espesura de la noche junto al frío que cala los huesos.

La ansiedad por saltar al vacío empieza a ganar protagonismo con cada instrucción del guía de salto: ya en el aire, sintiéndose dueños del mundo, la adrenalina vuelve a tomar el protagonismo compartiéndolo con una mente fría lista para actuar ante una falla, sabiendo que solo hay una oportunidad.

 

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Durante las actividades de patrullaje en tierra, la unidad se desplaza entre la vegetación y las quebradas del entorno, donde cada operador debe poner y agudizar todos su sentidos al cumplimento de la misión. El enemigo los está buscando y los puede estar esperando en cualquier parte del terreno. En los últimos kilómetros de marcha, antes del objetivo, el operador de Fuerzas Especiales sabe que el sigilo lo separa entre la vida y la muerte; además, ya no hay tiempo para el cansancio, el hambre o el frío. Cuando se lanza la acción sobre el enemigo y el ambiente se llena de olor a pólvora, el buzo táctico funciona por automático según lo planificado con su unidad. El cumplimiento de la misión lo es todo.

 

En el mar el Buzo Táctico está en su hábitat, es su principal fortaleza, sabe que sobre o bajo el mar es el mejor, que sus pares de otras Fuerzas Especiales no poseen tales habilidades en el agua. Cuando se enfrentan a la impetuosa rompiente, ya sea en sus pequeños botes inflables o como nadadores, no se cuestionan que son un puñado reducido de operadores luchando contra la naturaleza y las toneladas de agua que el océano descarga en cada ola. Al entrar a un mundo poco explorado, al sumergirse en cada buceo, la profundidad del área, el estado del mar o altura de la ola y la temperatura del agua no afecta la voluntad ni el valor de los Buzos Tácticos, ellos saben que su mejor y único salvavidas es el auto control.

Los Guerreros de las Botas Mojadas. Capitán de Fragata Hugo Edmunds

 

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Existen dos características esenciales que distinguen a los Buzos Tácticos en este submundo de Fuerzas Especiales: primero es el dominio del ambiente acuático, que los hace excepcionales en ese medio, usándolo en su favor cuando sea requerido; y segundo, es un grupo compuesto por marinos de distintas especialidades, permitiéndoles analizar cada problema con un amplio espectro de ideas y soluciones, arribando a las mejores decisiones en situaciones de apremio. Estas cualidades se complementan con todas las capacidades, características, técnicas y procedimientos que dominan como operadores de Fuerzas Especiales, tanto en el aire como en los distintos terrenos y ambientes, desde el árido desierto del norte, hasta las australes tierras patagónicas.

 

Sin embargo, para llegar a integrar sus filas, deben pasar el “coladero” del Curso BT. Son muchos los llamados, pero pocos los elegidos: solo el 10% de los que comienzan alcanzan el honor de portar la piocha del tridente dorado.

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A diferencia de lo que se podría creer, lo que más desarrollan los alumnos es la fortaleza mental. Lo físico se mejora con entrenamiento convencional. Una vez en las Unidades de Buceadores de Combate, los nuevos se deben poner rápidamente a tono con los operativos. Se acabó el entrenamiento y debe rendir sin observaciones, ser efectivos y eficientes, cumpliendo siempre altos estándares de seguridad; para eso fueron preparados y el terreno no hará distinciones entre nuevos y antiguos.

Todo lo anterior hace que se forje un espíritu especial en estos operadores silentes, un espíritu de alta exigencia entre ellos, pero donde se llegan a confiar la vida sin dudar. Se trata de marinos que basan su actuar en su estilo naval, en las virtudes cardinales y en sólidas bases morales. Los identifica el Ethos propio de los BT, que los define como guerreros con tradiciones marcadas a fuego desde los inicios de la Patria: la defensa de su Patria y el apoyo a sus compatriotas es un honor y privilegio que deben mantener humildemente y con esfuerzo día a día, con una permanente preparación física y mental que les permita actuar en cualquier momento y donde sea requerido.

¿Por qué ser Buzo Táctico? Suboficial Fernando López.

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Desde los 18 años, edad en que ingresé a la Armada de Chile, supe que quería ser Buzo Táctico. Veía en aquellos hombres la valentía que no cualquiera tenía, ellos saltaban en paracaídas, buceaban, realizaban patrullajes, entre otras actividades, y yo quería vivir esas experiencias. Dios me permitió realizar el curso en 1993 y las vivencias que he tenido en mi vida gracias a ello son innumerables: en pocas palabras, aquello me cambió la vida. He guardado y atesorado bellos recuerdos, que a la vez he traspasado a mi familia. Cada viaje, cada servicio, me ha significado no tan solo conocer otros países, sino también empaparme de diferentes culturas.

Ser Buzo Táctico no solo es vivir con la adrenalina a full, ni estar constantemente en alguna situación de riesgo, también es vivir de forma responsable y cuidadosa, aprender la importancia del trabajo en equipo, respetar a tu compañero, los espacios y los tiempos del otro. Aquí no pueden prevalecer los egos personales, hay que colaborar, ya que si algo le sucede a uno, les sucede a todos. Uno aprende a superarse cada día, a no conformarse con hacer las cosas a medias, hay que dar lo mejor de cada cual. Mientras cursamos no hay diferencias, todos somos iguales, no hay rangos que nos definan, cada uno de nosotros es parte importante de la cadena.

Con certeza y orgullo puedo decir que ser Buzo Táctico es pertenecer a un grupo selecto, al que muchos quieren entrar pero que pocos ingresan, y de los que entran no todos permanecen hasta el final.

Estoy seguro que no erré en mi decisión al cursar hace 26 años Buzo Táctico, no tan solo elegí la especialidad que admiraba desde mucho antes, sino que también me formé en valores y principios. Conocí grandes amigos y compañeros, con los cuales aún mantengo una férrea amistad, porque aquí no solo encuentras compañeros de trabajo, sino a grandes personas.

¿Qué significó para mi haber sido Buzo Táctico? Suboficial (R) Eugenio Riquelme.

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Cuando el año 1963 apareció aquel mensaje que solicitaba voluntarios para un arma nueva, todo aquel que tenía un espíritu de aventuras y deseoso de aprender y emprender nuevos desafíos dijo presente.

De lo poco a lo mucho. Pocos medios pero mucho de mística se fue acrecentando en el pecho de estos nuevos combatientes individuales, que afrontando innumerables riesgos se alejaron de la zona de comodidad para soportar el frío, el hambre o el miedo. Miedo a lo desconocido en medio de la noche, ya sea buceando bajo el casco del buque enemigo, o en el aire cuando en paracaídas de diversos tipos descendíamos en territorio enemigo.

Cruzábamos largas distancia a nado para observar a nuestros adversarios. Caminábamos muchos kilómetros para llegar a nuestros objetivos. Mucho esfuerzo y poca comida. Siempre poca, porque los combatientes caminan sobre sus estómagos, dijo Napoleón. A veces incomprendidos por el resto de los camaradas de la institución, pero orgullosos de ser una fuerza de elite.

Treinta años de carrera, 25 de Buzo Táctico luchando por un ideal, no por un grado. No podías soñar con distinciones si tuviste que traspasar tus experiencias entre los más jóvenes Oficiales y personal.

Llegó el día en que te retiraste de las filas y al mirar hacia atrás, viste el camino recorrido, te examinaste y te diste cuenta que ibas entero, sentiste la satisfacción de haber dado lo mejor.

En tu pecho dabas gracias a Dios por ello y agradecías a la Armada de Chile por haberte dado la oportunidad de conocer de lo que era capaz un combatiente individual. Un Buzo Táctico.

En el camino cayeron camaradas. Algunos murieron en medio de la noche, otros desaparecieron para nunca más aparecer, pero ninguno dijo No Puedo.