Cabo 1° L. Gabriel Llancao, GRI

“En esta tarea es necesaria una gran exigencia física y mental”

El Grupo de Respuesta Inmediata de la DIRECTEMAR es una unidad organizada, entrenada y equipada para realizar Operaciones Especiales de Policía Marítima, apoyando a las Autoridades Marítimas en el cumplimiento de tareas que requieran de capacidades especiales como los roles mencionados anteriormente.

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Cabo 1° L. Gabriel Llancao

El año 2003 nace el Grupo de Respuesta Inmediata como requerimiento de la Dirección de Intereses Marítimos y Medio Ambiente Acuático (DIRINMAR), para contar con un grupo de apoyo y relevo dirigido a las Autoridades Marítimas en ayuda a combatir los derrames de hidrocarburos. Posteriormente, tras las experiencias del ejercicio de seguridad multinacional organizado por Estados Unidos “Panamax I”, se estableció la necesidad de agregar el rol de Abordaje y Registro de manera permanente.

A partir del 2004, el GRI depende de la Dirección de Seguridad y Operaciones Marítimas (DIRSOMAR), asignándosele roles primarios (ejecutar operaciones especiales de policía marítima, visita y registro de naves cooperativas) y secundarios (apoyar la instrucción y entrenamiento en técnicas y procedimientos policiales y brindar auxilio en sectores de difícil acceso) con el objeto de contribuir al quehacer marítimo nacional.

Uno de sus miembros es el Cabo 1° L. Gabriel Llancao, quien ingresó a la Escuela de Grumetes el año 2005. Actualmente, se desempeña como master de la unidad, siendo el personal Gente de Mar más antiguo del Grupo de Respuesta Inmediata. También integra el Grupo de Abordaje y Registro de la Armada (GARA) y se desempeña como instructor de los nuevos operadores GRI. En su labor ha asistido a diversos operativos en apoyo a la Policía de Investigaciones, Carabineros de Chile, Aduanas y al Departamento de Inteligencia Marítima (DIM), además de participar en ejercicios nacionales e internacionales como UNITAS y Cruz del Sur.

“Desde Grumete tuve la intención de formar parte del Grupo de Respuesta Inmediata; cuando llegué al grado de Cabo 2º y como dotación de la Capitanía de Puerto de San Antonio tuve la posibilidad de ingresar y pertenecer a este equipo entrenado de la Armada. Además, tomé la decisión al ver las distintas capacidades operativas que el GRI realiza en diferentes escenarios de la jurisdicción de la Autoridad Marítima, quedando de manifiesto el alto grado de entrenamiento y profesionalismo que los operadores poseen”, señala.

Entrenamiento

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La primera etapa consiste en la postulación, donde se llevan a cabo los exámenes físicos y médicos acordes a las necesidades del grupo. La segunda fase corresponde a dos semanas de un proceso de familiarización en la que los postulantes se someten a pruebas físicas y de autocontrol para poder enfrentar situaciones de alto riesgo y estrés. Aquí se miden las capacidades individuales y colectivas de los aspirantes.

En la tercera etapa de instrucción, los nuevos operadores adquieren conocimientos de combate urbano, abordaje y registro, entrenamiento en técnicas y procedimientos policiales, HAZMAT (Hazardous Materials, por sus siglas en inglés, cursos para dar respuesta a accidentes que involucren cargas peligrosas con equipos y procedimientos especiales), combate contra amenazas en ambientes contaminados, enfrentamientos cuerpo a cuerpo, rescate técnico y operaciones en lugares de difícil acceso.

“Después de todo este proceso uno está capacitado como operador GRI y puede poner en práctica lo aprendido. Recuerdo un operativo de fiscalización realizado en julio de 2015, a 170 millas al Weste de Coronel, Región del Bío Bío, producto de una denuncia realizada por pesqueros nacionales, los que evidenciaron la navegación dentro de las 200 millas en la Zona Económica Exclusiva a una flota de pesqueros de bandera extranjera que se encontraban con redes en el agua. Enseguida se coordinó un sobrevuelo conjunto entre la Armada y personal de SERNAPESCA, quienes al divisar la nave detectaron que podría constituirse una actividad de pesca ilegal. Posteriormente, se activó un operativo y nos desplazamos al área de operaciones”, cuenta Llancao.

“Una vez arribados al área se procedió a efectuar un abordaje para su posterior registro en busca de evidencias que confirmaran la presunción, se descartó la presencia de un caso de pesca ilegal, ya que no encontramos pruebas a bordo del pesquero, por lo que dejamos en libertad de acción a la nave extranjera, logrando finalizar el procedimiento con éxito. Sin embargo, una de la situaciones complejas se debió a la barrera idiomática, dado que los tripulantes no hablaban español ni inglés; Entonces, tuvimos que agotar los medios para finalmente comunicarnos mediante señas y dibujos”, finalizó el Cabo 1°.