Centro de Rehabilitación “Dalegría”

Canoterapia: La garra de un papá a prueba de todo

Los perros de trabajo, en la actualidad, son usados en muchas situaciones para ayudarnos o facilitarnos la vida. Además entregan compañía y cariño, algo que muchos pacientes también necesitan. El Sargento 1° Mauricio Aceituno y el Centro de Rehabilitación “Dalegría” comenzaron este año una etapa experimental con este tipo de terapia, la que esperan en un futuro poder formalizar para todos los niños que asisten al lugar.

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Cuando ya tenían 10 años de matrimonio, el Sargento 1° Mauricio Aceituno y su señora, Karin, celebraron el nacimiento de María Jesús. Ella venía a ser “el conchito” de la familia y la única mujer de tres hermanos. Durante los primeros meses del embarazo todo anduvo bien, sin embargo, en la etapa final las cosas se complicaron y la niña nació prematura a los 7 meses. “Me encontraba transbordado en Rapa Nui, en la Gobernación Marítima de Hanga Roa junto a mi familia, cuando comenzamos a darnos cuenta que sus conductas eran un poco distintas a las del resto de los niños. Ella tenía cerca de 2 años en ese momento”, recuerda él. Ante esto, el hospital local los derivó a un operativo médico efectuado por la Fuerza Aérea de Chile en la isla, donde tras el chequeo por parte de una neuróloga le realizaron diversos exámenes a su hija entre Viña del Mar y Santiago.

En un primer momento el diagnóstico fue “Trastorno del Espectro Autista” o T.E.A, según información entregada por los médicos, una condición que aún no puede ser considerada definitiva, ya que ella todavía es pequeña. En ese entonces, los médicos le sugirieron al matrimonio escolarizar a María Jesús, por lo que entró a un jardín infantil, mientras simultáneamente hacia terapia con terapeuta y fonoaudiólogo. “Todo esto lo realizamos en la isla con resultados maravillosos, por lo que estamos muy agradecidos de esa hermosa tierra y su gente”, confiesa el Sargento.

Y cómo no estarlo, si fue ahí donde Mauricio pudo por primera vez desempeñarse como Guía de Perros de detección junto a Vector, un Pastor Belga Malinois que fue su gran compañero en ese entonces.

Este conocimiento aprendido, junto a la realidad familiar vivida, hizo que él comenzara a notar algunos cambios en la niña al momento de estar en contacto con animales y, especialmente, con perros.

Descubriendo un mundo

Con todo lo vivido es que este ahora hombre de 40 años y amante de la fotografía y el buceo, descubrió la “Canoterapia”, en la cual comenzó a interiorizarse para saber cómo podría complementarla con las terapias que ya estaba recibiendo su hija. “Si bien hay muchas puertas que se cerraron, hay un par que siempre estuvieron abiertas y una de ellas fue la ‘Escuela de Perros Guías - Fundalurp’, que prepara canes para personas no videntes y que son considerados los más difíciles de preparar en el mundo. Estando ahí pude contarles mi historia”, relata Mauricio.

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Físicamente la Escuela está en la Región Metropolitana, pero brindan servicios a usuarios de todo el territorio nacional. Cuentan con un equipo de 10 personas entre psicólogo, entrenadores y rehabilitadores. Hay 24 perros en distintas edades de entrenamiento y 15 nuevos que llegarán en noviembre, así como una lista de espera de más de 70 futuros usuarios de perros guía.

Marcela Farfán Constanzo es Aprendiz a Instructor, lleva 6 meses trabajando en la Escuela de Perros Guías y el caso del Sargento Aceituno no le es indiferente. “Si bien a él se le entregó un perro en calidad de mascota, estamos seguros que con su experiencia como padre y entrenador su proyecto impactará a muchas personas. Y ése es nuestro objetivo principal, estar al servicio de quien lo requiera. Por eso nos gratifica apoyar y participar en nuevos proyectos, finalmente, tenemos el mismo objetivo y eso nos une”, explica la joven.

Andrea Moreno Droguett es la Directora de la Escuela y explica que “a veces los perros guías son cambiados de programa, ya sea asistencia o contención emocional, y si no tiene las características o en ese minuto no hay un usuario que corresponda a esas características se entrega como mascota, que es lo que pasó en este caso con el Sargento Aceituno”.

El apoyo de la Armada

Conociendo la realidad y el trabajo que realizan, el Sargento Aceituno recurrió al Centro de Rehabilitación “Dalegría” y fue a su Directora, María José Hernández, a quien le planteó su intención de llevar al perrito que Fundalurp le entregaría como mascota, y que apoyaría las terapias de su hija, al Centro para que pudiera acompañar el tratamiento de otros pacientes.

“Encontrar esa conexión entre lo que él estaba buscando, lo que el Centro con sus chicos necesita y concretarlo junto a Fundalurp fue maravilloso. Tuvimos dos actividades junto a los perritos para poder entregar estímulos y sensaciones a los usuarios de los niveles de permanencia y también a los que vienen a terapia ambulatoria. Ahí pudimos vivenciar, todos los que le damos vida al ‘Dalegría’, el efecto de esa interacción en personas con discapacidad. Los hemos visto sonreír, experimentar y realizar ejercicios sencillos, aún más motivados cuando hay un can de por medio que les demuestra cariño y viceversa”, relata María José.

A su vez, desde el primer momento en que el Sargento expuso su situación familiar a su Mando, encontró como respuesta un respaldo importantísimo. “Si bien llevo trasbordado sólo 7 meses en la Capitanía de Puerto de Valparaíso, desde el primer momento que le comenté y le manifesté esta intención al Capitán de Fragata LT Daniel González, él me apoyó”, enfatiza Aceituno. Pero eso no es todo, ya que su sueño también motivó al Cabo 2° Andrés Navarrete, quien es Guía Canino y compañero en la repartición naval, y quien se le unirá en la materialización de este proyecto que comenzó en 2017.

Athor y sus amigos

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Para poder reflejar cómo impacta en los chicos la visita de los canes, es que el Sargento Aceituno junto a la “Escuela de Perros Guías – Fundalurp”, organizaron dos visitas al Centro de Rehabilitación este año. Ambas fueron todo un éxito y se notó en los pacientes esa conexión única y especial que permite realizar con ellos y en presencia del perro determinadas actividades que son, finalmente, mejor recibidas por los chicos. La última actividad tuvo un gusto diferente porque si bien Mauricio había visitado el Centro varias veces, ahora era diferente. Iba acompañado por un Labrador Retriever color negro. Inquieto y juguetón, pero dócil y obediente.

Él es Athor, el perro que “Fundalurp” le entregó, y que en esa oportunidad estuvo acompañado por Alma y Noa, dos ejemplares de la Escuela que complementaron la visita y se entregaron por completo a los chicos en el Centro.

“A corto plazo me gustaría ver más y mejores logros en mi hija y de la misma forma poder contribuir a los otros chicos del Centro porque entiendo que hay niños que les cuesta más y deben tener aún más apoyo. Por eso hago un llamado a que todos dentro de la Institución se acerquen y se interioricen en el trabajo que acá se realiza junto a los profesionales y, de la misma manera, busquen apoyar este trabajo tan lindo en pro de nuestros hijos”, confiesa el servidor naval.

Para la Directora Hernández “ésta es una motivación que esperemos que en algún momento sea más formal. Son instancias que han surgido del corazón y que ahora necesitamos que la misma Armada pueda evidenciarla al ver en terreno el efecto positivo que produce”. Y agrega, “sería un gran desafío para el Centro, y porque no decirlo para la Institución, poder contar con un plus adicional como éste. Tenemos profesionales especializados en un montón de áreas, pero no habíamos tenido esta posibilidad de poder tener perros adiestrados para trabajar con personas con discapacidad. Ojalá que esto se pueda concretar, que estas actividades informales se formalicen y sean parte de un trabajo sistemático”.

Algo similar expresa el Sargento como sueño a largo plazo: “quiero podamos contar con este tipo de terapia asistida con animales de manera permanente y no sólo en el Centro de Rehabilitación, quizá también pudiendo visitar a niños en procesos largos de hospitalización, adultos mayores y quienes lo necesiten dentro de nuestra Institución e incluso fuera. ¡Por qué no soñar!”.