Suboficial Mayor (R) Alberto Díaz
“Siempre fui instructor y eso me marcó como líder en la Armada”
En sus casi 32 años de Marina, el Suboficial Mayor Díaz educó a cientos y cientos de jóvenes marineros en su rol de instructor militar. Pese a reconocerse como un instructor estricto y recto, la cercanía y relación con sus entonces alumnos se mantiene en la actualidad.
Corría el año 1951, cuando un joven Alberto Díaz llegó a Antofagasta con el sueño de ser marino. Si bien su infancia transcurrió en la minera localidad de Potrerillos, ubicada en la Región de Atacama, donde no se conoce el mar, su destino y mente estuvo siempre ahí.
"Al contemplar el inmenso mar desde las playas de Taltal, y con la sola esperanza de ser marino, me fui a Antofagasta. Al requerir más información sobre la postulación a la Escuela de Grumetes, me encontré con el Cabo que hacía guardia en la Gobernación Marítima, quien me orientó y me motivó a presentarme al examen de ingreso, siendo aceptado a fines de 1951. Me acuartelé en el Destacamento IM de Antofagasta, en las ruinas de Huanchaca, esperando a la fragata que en siete días más nos llevaría a la Isla Quiriquina. Me embarqué en la fragata "Esmeralda" en Antofagasta y llegué a la isla en la fragata "Baquedano", ya que durante la navegación se produjo el cambio de nombre de ésta", recuerda con lujos y detalles sus inicios en la Institución el Suboficial Mayor (R) Alberto Díaz.
El 5 de febrero de 1952 firmó contrato con el grado de Aprendiz a Marinero, luego ascendió a Grumete en el Acorazado "Latorre" y se especializó en Artillería Naval en la Escuela de Artillería en Viña del Mar siendo Marinero de Mar. Obtuvo la segunda antigüedad en el curso de Artillero apuntador, lo que le valió el transbordo al buque escuela que venía llegando a nuestro país, la "Esmeralda".
"Ahí cubrí el puesto de Capitán de alto y guardián en las diferentes maniobras ya que no existían especialistas en Maniobra en esa época. Era el brazo ortopédico del Contramaestre, así que me aprendí la maniobra al revés y al derecho", cuenta.
Durante su carrera estuvo en diversas Unidades y Reparticiones, sin embargo, su rol de Instructor militar lo marcó. "Junto con cuatro personas (tres Cabos, un Sargento y un Teniente 1º) formamos el Centro de Reclutas Navales (CENIR). Funcionamos tanto en la Escuela de Artillería como en la Escuela de Operaciones y de Ingeniería; ahí llevamos a dormir a las diferentes compañías, porque reclutamos a 200 conscriptos navales para iniciar el período".
Luego de su paso por el CENIR, fue nombrado instructor de la Escuela de Grumetes (ESGRUM) donde estuvo cuatro años, desde 1973 a 1977, siendo transbordado ese último año nuevamente a la "Esmeralda" como instructor de los 75 grumetes que se embarcaban en un nuevo crucero de instrucción.
"'La Vieja Escuela de Altivos Marineros' me marcó como instructor y mi destino como hombre de mar. Eduqué a cientos y cientos de muchachos; no les aceptaba ni una, siempre tratando de ser lo más correcto posible", comenta.
Pese a reconocerse como un instructor estricto y recto, la cercanía y relación con sus entonces alumnos se mantiene en la actualidad. Tanto es así que hasta el día de hoy asiste a las reuniones que realizan los contingentes graduados entre 1973 y 1977 en la ESGRUM, en especial con aquellos que pertenecen al de 1974.
"Formamos en la Segunda División y nos propusimos estar siempre juntos. De hecho, soy socio honorario del "Círculo del Suboficial Mayor, contingente 1974". Además he ido junto con ellos a la ESGRUM cuando cumplieron 25, 30 y 40 años de egreso, y siempre he estado dispuesto a acompañarlos y a ser uno más de la división, porque los instructores marcamos pauta, siempre ayudando y tratando de que sean mejores, leales con sus compañeros. Siempre fui instructor y eso me marcó como líder", dice.
Su lado artístico
"Estuve 12 años en el Crucero "O´Higgins". Durante las navegaciones se acostumbraba a realizar veladas en las cuales participé como el payaso "Tony" del Regimiento Pelotilla. En una de las navegaciones al norte, la Escuadra presentó la velada en los teatros del puerto para reunir fondos para la comunidad local, donde todos pagaban sus entradas, entonces, mis camaradas de armas se vieron obligados a aplaudirme como un verdadero artista".