Suboficial Mayor Waldo Ceballos Leiva
“Nuestra prioridad es, primero que todo, ser buenos marinos”
En esta edición de revista Vigía escribe para nosotros el Condestable de la Dirección General de los Servicios de la Armada.
Mi odisea naval comenzó un 9 de febrero de 1986, a las 3 de la mañana y con 17 años, cuando dejé mi hogar de niño, con una madre que lloraba porque su primogénito se iba de la casa y un padre orgulloso de llevar a su hijo mayor hacia a esta nueva aventura.
Sin ninguna influencia militar y menos naval, me embarqué rumbo a la isla Quiriquina a eso de las 10:00, en un pequeño buque a surcar las aguas de mi nueva vida, una aventura que no para y está llena de sorpresas.
No podía creer cuando me estaban cortando el pelo y especialmente después de mi primer despertar naval, con ese típico sonido del ruido de las chalas en el pasillo principal de la Escuela de Grumetes. Al llegar a la playa a las 05:30 pensé que era una broma cuando en un par de segundos ya estaba sumergido en las cálidas aguas del Océano Pacifico que me daban la bienvenida a la Marina y me indicaban que esto no iba a ser fácil.
Los años en la ESGRUM fueron un aprendizaje constante, lleno de desafíos, preparándome para surcar los mares internacionales en el Buque Escuela que fue mi primera destinación. En la Dama Blanca mi aprendizaje siguió, tanto en los conceptos y vivencias marineras como de las culturas de los países visitados, fue una experiencia extraordinaria.
Luego de surcar los mares, tuve la difícil decisión de elegir mi especialidad, tratando de ver cómo me podía desempeñar mejor en beneficio de mi querida institución, por lo que opté por el área de Ingeniería, específicamente electricidad, la cual me llevó a desarrollar mi trabajo a bordo de la LM “Casma”, “Baquedano”, “Lynch” y DIRISNAV.
En el año 93 contraje matrimonio con Adelita, mi compañera de siempre con la cual tenemos tres hijos: Diego, Nicolás y Matías. Mi familia ha sido un pilar fundamental en mi desarrollo profesional, mi esposa cuidando y educando a los niños mientras yo estoy lejos, dándome la tranquilidad que todo está bien mientras ella está a cargo, y mis hijos, a los que siendo pequeños no pude acompañar en sus actividades como me hubiese gustado, supieron aprovechar los valiosos momentos que pasamos juntos, siendo ahora unos estudiantes y profesional ejemplar, pero sobre todo buenas personas.
En diciembre del año 2016 se me concedió el ascenso a Suboficial Mayor en mérito a mi carrera naval. En la Marina las oportunidades de desarrollarse profesionalmente están a disposición de todo el personal y somos nosotros los que debemos preocuparnos por instruirnos lo que más podamos, aprovechando cada oportunidad que se nos da.