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Singladura del Almirante - Abril
En el mes que celebramos el natalicio de nuestro máximo héroe, el Comandante Arturo Prat, creo necesario reflexionar respecto a lo que su figura implica en el tiempo actual, así como también el cómo, desde cada uno de nuestros ámbitos de competencia, podemos emularlo en el día a día.
Prat, qué duda cabe, es paradigmático respecto a sus profundas convicciones cristianas, su inclaudicable amor a la Patria y una inquebrantable vocación de servicio. Es un ejemplo a seguir, por la simple razón que fue capaz de sacrificar lo más preciado que el hombre tiene, como es su vida, en aras del objetivo superior que significa el defender a la Patria. Si tan solo observáramos esa valerosa acción como un hecho aislado, ésta ya merece un profundo reconocimiento de todos quienes vestimos su mismo uniforme, así como también de todos quienes somos y nos sentimos chilenos.
Su coherencia, su actuar siempre guiado por una forma de encarar la vida de manera noble, sobria, recta y por sobre todo, honesta, lo elevan a una categoría heroica, más allá incluso de su sacrificio en Iquique. El salto que lo llevó a la gloria, en la cubierta del monitor peruano, es la lógica consecuencia de esa vida honesta, en el más amplio sentido de la palabra. Fue honesto hasta la muerte, con su visión de una existencia transparente y humilde, sin buscar más reconocimiento que el de la tarea bien cumplida, ni mayor satisfacción que la labor realizada de manera sobria y eficaz, siempre enfocado en el servicio a los demás, con un desprendimiento tan poco habitual como sincero.
Por lo anterior, no debe sorprender tampoco que el desarrollo académico y profesional del Comandante Prat tuviese niveles sobresalientes, no solo en sus actividades normales como marino, de por sí destacables, sino también en las necesidades propias de un alma inquieta y dedicada, la que lo llevó a desempeñarse exitosamente como agente secreto para el Supremo Gobierno o a titularse de manera brillante como abogado.
Todas estas características hacen del comandante Prat un ejemplo. Hoy, en un mundo donde el individualismo exacerbado aparece como la mayor amenaza para la sociedad, debemos centrarnos en intentar imitar a nuestro héroe, en un combate que se torna a veces desigual. El comandante de la Esmeralda nos debe guiar en su valentía, honestidad, rectitud, humildad, vocación de servicio y un profundo amor a la Patria, traducido todo en una entrega total a los demás. Estoy seguro que todas esas virtudes son las que nos llevarán a finalizar nuestra singladura de manera satisfactoria, con la única e íntima satisfacción del deber cumplido a cabalidad.