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Historia Natural de la región de Magallanes
Programa de Conservación biocultural subantártica
Roy Mackenzie, PhD y Coordinador de investigación de la Universidad de Magallanes, quiso contarnos acerca de la estrecha vinculación que la Tercera Zona Naval tiene con la Universidad de Magallanes en la búsqueda y conservación de su historia natural.
La región de Magallanes cuenta con una nutrida historia natural si la comparamos con otras zonas del cono sur. Los primeros registros de la biodiversidad magallánica se realizaron a partir de expediciones navales a principios del siglo XIX. Estas primeras navegaciones, financiadas por países del viejo mundo ubicados al otro lado del globo, se empeñaron en recorrer y cartografiar los cientos de canales en los fiordos patagónicos, estableciendo así las primeras rutas comerciales. Todo esto en una época donde los mitos y leyendas daban fama a los mares del sur, tristemente célebre por su abultado currículo de embarcaciones desaparecidas y siniestradas.
Si hiciéramos una recopilación de la historia natural de un grupo diverso como los moluscos en la región de Magallanes, deberíamos remontarnos a las expediciones del H.M.S “Beagle” y “Adventure” entre los años 1826 y 1830. Posteriormente, a fines del siglo XIX, E. A. Smith (1881) y Rochebrune y Mabille (1889) sumaron valiosas descripciones de especies de moluscos a partir de las expediciones “Alert” y “Misión al Cabo de Hornos”. Lo propio hicieron las campañas de investigación Alemana y Sueca en la región magallánica a comienzos del siglo XX, que culminaron con los reportes que Strebel publicó entre 1904 y 1907. Años más tarde, entre 1925 y 1951 se llevó a cabo la campaña Discovery, cuyos resultados fueron comunicados por Powell (1951) y Dell (1964). Otras expediciones que aportaron enormemente al conocimiento de la fauna de los fiordos entre Puerto Montt y el Estrecho de Magallanes fueron las expediciones de la Universidad de Lund entre 1948-1949 (e.g. Marcus 1959; Soot-Ryen 1959) y de la Royal Society entre 1958-1959 (Dell 1971). A fines del siglo XX y comienzos del XXI, la expedición ‘Victor Hensen’ (1994) aportó más información sobre la diversidad malacológica magallánica (e.g. Linse 1997).
El factor en común de gran parte de estas expediciones naturalistas es el fundamental apoyo de la Armada en el desarrollo del conocimiento, no solo por la experiencia de navegación en estos peligrosos y desconocidos mares, sino por la iniciativa propia de la tripulación militar, o por la invitación de investigadores en sus navegaciones. Tal es el caso del famoso naturalista Charles Darwin, quien gracias a la visión del joven Comandante Robert FitzRoy, de 26 años, fue invitado a participar de su segunda expedición a las gélidas y desoladas costas de Tierra del Fuego para describir su flora y fauna. De esa manera y sin remuneración de ningún tipo (su padre tuvo que costear todo el viaje), a sus 22 años el naturalista inglés comenzaría una aventura que cambiaría para siempre la historia de la ciencia.
Un ejemplo similar y que se sitúa en un hecho histórico de la región, es el viaje de la Goleta Ancud para la toma de posesión del Estrecho de Magallanes. Este viaje, comandado por el capitán Juan Williams, contó con la participación voluntaria de Bernardo Philippi, marino y naturalista, hermano del entonces director del Museo de Historia Natural de Chile, el Dr. Rodolfo Philippi. Durante el viaje, Bernardo colectó muestras de moluscos las cuales envió luego a su hermano en Santiago. Las muestras enviadas por Bernardo fueron ingresadas a la colección del museo y permitieron describir 32 especies nuevas para la ciencia.
Actualmente, la Universidad de Magallanes ha establecido una alianza con la Tercera Zona Naval para realizar estudios en la región, específicamente en las islas Diego Ramírez y el Cabo de Hornos. Producto de esta alianza y en conjunto con otras instituciones nacionales e internacionales, el año 2017 se propuso la creación del Parque Marino Islas Diego Ramirez – Paso Drake para proteger casi 150.000 km2 de maritorio y que permitirá conservar uno de los refugios más importantes de especies clave como el krill y el bacalao, y otras que se encuentran en un estado de conservación vulnerable como los albatros de cabeza gris (Thalassarche chrysostoma) y de ceja negra (Thalassarche melanophrys), los pingüinos de penacho amarillo (Eudyptes chrysocome) y macaroni (Eudyptes chrysolophus), el lobo de dos pelos (Arctocephalus australis), el delfín chileno (Cephalorhynchus eutropia), los bosques submarinos de macroalgas (Macrocystis pyrifera y Durvillaea antárctica), entre otras muchas especies.
Los ejemplos aquí mencionados son una pequeña muestra de la contribución de la Armada como pilar fundamental en el desarrollo y fomento del conocimiento científico de esta lejana y aislada región. Agradecemos especialmente a la Tercera Zona Naval por su incansable apoyo a los quehaceres científicos de la Universidad de Magallanes, a la dotación de los buques OPV “Marinero Fuentealba”, AP-46 Almirante “Carlos Vie”l y a la dotación del Faro Diego Ramírez por su colaboración en todo momento.