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Suboficial Mayor Sergio Bahamóndez
Hechos, no palabras
“Nunca dejen de estudiar, capacitarse y ampliar sus conocimientos, materializando lo aprendido en forma teórica, en un constante y sólido entrenamiento”.
Parece que fue ayer cuando en febrero de 1986 estaba ingresando a la “Vieja Escuela de Altivos Marineros” y ahora llevo con orgullo el grado de Suboficial Mayor, desempeñándome en la Cuarta Zona Naval, con base en Iquique.
Como Marinero Afecto el año 1988 cumplí mi primer transbordo a la ciudad de Puerto Montt como dotación del Patrullero Lautaro. En este noble Patrullero se vivía a concho el término de “Buque Pirata”, donde de verdad uno se hace marinero, pasando a ser los principales componentes el trabajo en equipo, compañerismo y el espíritu de cuerpo, ya que la tarea de reaprovisionar faros en la zona sur demanda gran sacrificio. Esta etapa de mi vida fue muy importante para mí, en lo profesional sin duda lo experimentado de seguro forjó gran parte de mi forma de ser y en lo personal conocí al amor de mi vida, mi esposa Carla.
Ya como especialista en Torpedos pude vivir la experiencia de estar embarcado en la Escuadra a bordo de la Fragata Lynch, donde además de impregnarme de todo lo relacionado con ejercicios de guerra y trabajos con Armadas de otros países, el año 1991 participamos en apoyo comunitario durante el aluvión en la ciudad de Antofagasta, oportunidad donde pude vivir en primera persona la importante labor que cumple la Institución en apoyo a la sociedad, sobre todo en momentos de desastres naturales.
Después de cumplir transbordo a la Dirección de Inteligencia fui destinado a Punta Arenas, etapa de mi vida que junto a mi grupo familiar aún recordamos por los gratos momentos vividos. Por los consejos recibidos de los más antiguos tomé conciencia de lo importante que es capacitarse y estudiar en forma permanente, tanto en la Armada como en Instituciones de educación civil, aprovechando la oportunidad de estudiar y titularme como Relacionador Público y, además, cursé el Diplomado de Corresponsal de Defensa.
Dentro de todos los transbordos, destaco los dos años en la Agregaduría Naval de Chile en Perú, donde junto a mi esposa e hijos debimos representar a la Institución y al país.
Durante largo tiempo integré Unidades donde se debía cumplir misiones de alto riesgo, donde el trabajo en equipo y compromiso tanto de Oficiales y Gente Mar son la base de los grandes logros, siempre bajo la consiga “Res Non Verba”. Quiero reconocer y dar las gracias a mi familia, principalmente a mi esposa Carla, quien siempre, durante estos 26 años de matrimonio, se ha preocupado del frente interno familiar, lo cual me permitió ejecutar todas las tareas operativas con la tranquilidad de saber que durante mis periodos de comisiones todo estaba controlado; a mis hijos Esteban, Sergio, Benjamín y Antonio, decirles son el motor de mi vida, los cuales en los triunfos me enseñaron a ser humilde y equilibrado y en las derrotas sereno y reflexivo.
A las nuevas generaciones les digo que nunca dejen de capacitarse, instruirse y entrenar: es algo que marca la diferencia, ya que son la base del profesionalismo. El haber sido durante varios años profesor militar me hizo poder aportar en la formación de nuevas generaciones de marinos, lo que para mí no tiene precio. Del mismo modo, agradecer a todos los Oficiales y Gente de Mar que me formaron, en especial a esos “Respetables Viejos Especialistas”: espero haber sido un digno aporte para todo el personal que me tocó instruir, entrenar y conducir.