“La Armada en lo personal ha sido y será una vocación”

Imagen foto_00000001Estábamos de vacaciones en Viña del Mar el año 1971 y ese día amaneció nublado; mi madre me dijo que tomaríamos el tren e iríamos al Muelle Prat en Valparaíso, desde donde divisé los buques de la Escuadra en el Molo de Abrigo. De regreso a casa en Santiago, ella escribe en un cuaderno: “Me gustaría que Francisco fuera periodista, pero ahora él quiere ser Marino”.

El 13 de febrero de 1983, empecé a cumplir un sueño de niño, transformando así mi forma de vida. Del mismo modo, una anécdota en la Revista de Reclutas me marcó hasta el día de hoy: el Oficial me pregunta: “¿Por qué quiere ser marino?… Porque escuché el llamado del mar mi Teniente… y él me responde: Tiene buen oído recluta, siendo usted de Santiago. Mis contingentes en la fila, rieron en silencio…aún recuerdan el chascarro.

Mi vida en la Armada pasa por varias Unidades y Reparticiones: Escuela de Grumetes, Escuela de Sanidad Naval, Hospital Naval Almirante Nef en Valparaíso, Escuela Naval, LST “Chacabuco”, Escuela de Aviación Naval, Base Aeronaval Viña del Mar, Hospital Naval de Viña del Mar, DLG “Latorre”, Escuadrón de Exploración Aeromarítima VP-1, PFG “Zenteno”, Comandancia de la Aviación Naval, Escuadrón de Helicóptero de Ataque HA-1 e Imprenta de la Armada.

En las comisiones en diversas Unidades Aeronavales, a flote y otras varias reparticiones en tierra, en todas estuve feliz de aprender y a la vez entregar mis conocimientos, trabajando con las personas como Enfermero Naval, como Aviador Naval en el área operativa de las Unidades y como Condestable Mayor.

Tuve experiencias de vida interesantes al trabajar el 2002 en la primera comisión a Campos de Hielos y Antártica Occidental, como Tripulante de Aeronave en un P-3ACH, donde principalmente pude interactuar con personas que dejaron ideas interesantes en mi vida, un premio Nacional de Ciencias y otros de destacada trayectoria académica a nivel internacional.

Participé como Enfermero de Cargo en MINUSTAH el año 2010, complicado para Haití, en medio de un terremoto que asoló a la capital del país y por otro lado, complicado en lo personal al no saber qué pasaba en casa el 27F. A pesar de estar tan lejos, nunca me he  apartado de mi hogar. Cuando recién me casé, el amor se transmitía por carta o desde una cabina telefónica, hoy la tecnología nos acerca realmente y se sigue el hilo de lo que sucede en casa.

La Armada de Chile me ha entregado una vida plena de alegrías con tantas personas buenas que he conocido; también tristezas, cuando hemos tenido que llorar la pérdida de un amigo. Sin embargo, detrás de la catástrofe siempre ha quedado una enseñanza, difícil de dimensionarla al principio, pero muy clara con el paso del tiempo.

Las personas que ingresan son diferentes a nuestras generaciones. En este sentido, siento que es un desafío para los que llevamos más años el poder transmitir con convicción las tradiciones que nosotros aprendimos y que hoy siento, se alejan de los más jóvenes. Esto implica mantenerse actualizado y plenamente vigente, con el objeto de entender el modus operandi del joven y de esa forma poder llegar a él o ella de forma clara y precisa.

La Armada en lo personal ha sido y será una vocación que adquirí hace mucho, y que la mantendré hasta el último momento.

Francisco Godoy Sepúlveda

Suboficial Mayor

Imprenta de la Armada