Suboficial Mayor IM Francisco Montiel Cortés

Cosaco por siempre

Como Infante de Marina este Suboficial Mayor, al igual que cada Soldado del Mar, tuvo que pasar muchas pruebas profesionales y personales que solo se pueden superar gracias al legado de todos los viejos Cosacos que, con rigidez y cercanía, lograron entregar conocimiento y profesionalismo, además de forjar el carácter e integridad que necesita cada guerrero anfibio para ser merecedor de pertenecer a este selecto grupo; el tiempo pasa sin darnos cuenta y en estos momentos ahora yo pertenezco a esos viejos Cosacos.

Dos siglos de historia, sacrificios y victorias han pasado desde que los Infantes de Marina juramentaron bajo fuego su compromiso con la Patria, compromiso que con entrega y entrenamiento renovamos cada día. Durante todo este tiempo han pasado muchos Cosacos por las filas del Cuerpo de Infantería de Marina, algunos conocidos por todos y muchos recordados tan solo por sus carretas, pero de lo que estoy seguro es que cada uno de ellos dio lo mejor de sí y me atrevo a decir más de lo que ellos mismo pensaron.

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Mi carrera comenzó hace muchos años, aunque a veces siento que no son tantos; las metas que me impuse fueron exigentes sobre todo en el ámbito profesional, aunque en mi interior no sabía si las lograría. Algunas de ellas fueron alcanzar el primer lugar en el curso de especialidad, cursar Comandos y posteriormente paracaidismo; lo logré y estos resultados más la convicción de hacer las cosas bien dieron fruto y fui designado para integrar la Unidad que se desplegó en Camboya el año 1993, a fin a operar y ejecutar lo tantas veces entrenado.

Un mes antes de eso contraje matrimonio, una condición que como la vida es incierta, sobretodo siendo un Infante de Marina donde la carrera exige tiempo y presencia, días de soledad, ausencia en las celebraciones o hasta tristezas sin poder estar con tus seres queridos que sin embargo con una buena comunicación y por supuesto con la comprensión y apoyo incondicional de mi esposa hemos sacado adelante. La conozco desde los 3 años de edad, éramos vecinos, compañeros de colegio, amigos y luego matrimonio, del fruto de nuestro amor nacieron dos niños y una niña, los hijos que solo con el hecho de nacer te instan a seguir trabajando, a cambio ellos me entregaron amor, pataletas y alegrías, pero sobretodo orgullo al verlos realizados.

Un nuevo desafío se presentaba, el programa de intercambio de instructores con los US Marines, lo que se concretó entre los años 2005 y 2006, experiencia inolvidable y llena de satisfacciones en lo profesional y familiar, el tiempo siguió su curso y en el año 2010 fui seleccionado para integrar la Misión de la ONU en Haití, en 2012 fui trasbordado a la Escuela de Grumetes y posteriormente ya como Suboficial Mayor al Centro de Entrenamiento Básico de la Infantería de Marina.

Actualmente, con más de 33 años de servicio y como Condestable Mayor del Cuerpo de Infantería de Marina y de la Brigada Anfibia Expedicionaria, les he dado a conocer solo algunos de los logros alcanzados, no describí dificultades y derrotas, ya que éstas se convirtieron en anécdotas y con el paso del tiempo en experiencias que no hicieron más que hacerme crecer. Los valores y principios de un hombre de armas son las herramientas que nos guían constantemente en nuestra carrera y han sido fundamental para lograr mis objetivos, por lo que les pido a los jóvenes guerreros que internalicen los conceptos que se les han entregado, que el espíritu de cuerpo es uno de los valores más importantes, ya que nuestros compañeros de armas son exigentes y de esto dependerán nuestras vidas y lograr vencer en el combate.

A los Cosacos de ayer, de hoy y siempre mi admiración y felices 200 años.