Suboficial Mayor Jaime Ojeda Ojeda, Jefe Militar de la Imprenta de La Armada

Ante todo, ser un caballero frente a la adversidad

Este 2019 he tenido la valiosa experiencia de llegar a una repartición de la Armada anclada en el puerto de Valparaíso: la Imprenta, antiguos Talleres Tipográficos de la Marina, cuyo origen se remonta al mes de marzo de 1899.

Nací y crecí en un pueblo muy humilde llamado Chacao, que es la entrada y salida a Chiloé Insular, con un único medio de transporte: el mar, a través de un transbordador para poder llegar a la Isla Grande.

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Es así como por esas casualidades de la vida tuve que dejar mi querido pueblo para surcar los mares del mundo y a través de ellos cumplir con mi deber como un ciudadano más. Sin embargo, no sabía que mi destino iba a cambiar, es decir, debí dejar atrás muchas cosas como joven, y de modo especial, tuve que distanciarme de mis padres y seres queridos por las obligaciones propias de nuestra Carrera Naval.

Todo fue muy rápido. Con mis escasos 17 años de edad aún no dimensionaba lo que se venía por la proa. Ciertamente, era una etapa de mi vida marcada por el nerviosismo y en la cual mi único y gran anhelo era llegar a ser un buen marino, esto es, “caballero del mar”.

El tránsito desde la reposada vida rural e insular de Chiloé hacia un mundo nuevo como era aquel del Servicio Militar Obligatorio en la Armada de Chile –primero- y luego aquel referido a cursar la Especialidad de Mayordomo al interior de la antigua Escuela de Abastecimiento y Servicios en el cerro Artillería de Valparaíso constituyó una experiencia de vida que perfiló mi forma de ser, mi carácter y mi compromiso con la Patria para siempre.

En este navegar cumplió un rol trascendental mi familia y, de modo esencial, mi cónyuge Paola y mis dos queridos hijos: Fabián y Martín. Han sido precisamente ellos quienes a lo largo de los años y de mi carrera en la Armada se han constituido en mi motor, en mi norte, para poder concretar sistemáticamente mis objetivos personales y profesionales, pudiendo finalmente llegar a la cúspide de mi carrera naval, esto es, alcanzar el grado de Suboficial Mayor Naval, con las múltiples responsabilidades y obligaciones que dicho cargo demanda tanto a bordo como en tierra.

Ha sido en la Imprenta de la Armada, emplazada al pie del cerro Artillería, en el borde costero de Playa Ancha, en donde he tenido la grata experiencia de conocer y valorar a un grupo humano de excepción, me refiero a los antiguos imprenteros de la Marina, hoy conocidos como el personal de Gente de Mar especialista en Artes Gráficas que, con eficiencia, rigor y un alto nivel profesional y técnico, prestigian en el día a día a nuestra Marina por medio del diseño, confección, venta y comercialización de múltiples artículos en papel, cuero, madera o metal, destinados a servir las necesidades propias del sistema naval tanto en Chile como en el extranjero.

A todos este equipo humano, integrado por personal naval y también por funcionarios civiles que se encuentran bajo mi mando, hoy debo dar las gracias por todo lo aprendido, por todas las experiencias entregadas y por haber conocido un mundo nuevo, esto es, el mundo del diseño y de la gráfica naval, un ámbito desconocido y anónimo que, sin embargo, es clave para la gestión logística, administrativa y operativa de nuestra querida Institución desde el litoral del desierto de Atacama y hasta la tierra de O’Higgins en la Antártica Chilena.