Suboficial Mayor Alfredo Rubio, Condestable Mayor de la Armada

La figura del Suboficial Mayor

“Desde el día en que se me distinguió con el ascenso al grado de Suboficial Mayor, una de mis principales preocupaciones ha sido instalar nuestro grado en un sitial preponderante al interior de la Institución. Cada una de nuestras actitudes debe prestigiar el grado que ostentamos, debemos ‘serlo y parecerlo’, de tal manera que el personal se vea reflejado en su Condestable Mayor y sirva de motivación en la proyección de su carrera”

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Hace casi 35 años, un lejano 12 de febrero de 1984, comenzó la que yo he llamado una “aventura al servicio de la Patria”. Fue el día en que con tan solo 15 años crucé el portalón de la Escuela de Grumetes “A.N.C.”

Desde aquel día y sin tener claro todo lo que ocurriría al embarcarme en esta nueva forma de vida, comencé a impregnarme y a vivir el estilo naval. Instrucción, guardias militares, períodos operativos en unidades de superficie y aéreas, asesoría al mando en lo técnico y tareas administrativas, son sólo algunos de los desafíos que la carrera naval puso en mi rumbo.

En este largo recorrido, muchas personas influyeron en mi desempeño, pero sin duda que la figura del Suboficial Mayor llamó mi atención. Hombres cuya figura proyectaba sabiduría y experiencia, quizás en aquellos años un poco lejanos y con una comunicación algo escasa con sus subalternos.

Hoy, la experiencia de 4 años en el grado me permite afirmar que los Suboficiales Mayores tenemos como tarea permanente constituirnos como líderes positivos, demostrando el compromiso, cariño y lealtad que tenemos hacia nuestra Institución. Debemos motivar e influir en nuestras dotaciones a actuar por convencimiento y con adhesión voluntaria. Actualmente, las nuevas generaciones viven en un mundo globalizado, manejan mucha información, con un carácter avasallador y con tintes de irreverencia que los hacen sentir dueños de la verdad y de la razón, pero tras esta inexpugnable imagen se esconde una mínima resistencia al fracaso o a la adversidad, por lo tanto, debemos aprovechar nuestra experiencia de vida para lograr ser cercanos y estrechar nuestra relación con los subalternos incentivando su resiliencia, voluntad y fortaleza, lo que será un aporte a la formación del carácter de la mujer y el hombre de mar.

El cariño y entrega que un Suboficial Mayor siente por nuestra Institución deben verse reflejados en acciones concretas y sin duda que una de ellas y probablemente la más importante de todas, es traspasar a las dotaciones su experiencia de vida, tesoro invaluable que no se obtiene en una sala de clases, sino que enfrentando los desafíos que la vida y el servicio nos depara.

A las mujeres y hombres que forman parte de nuestras jóvenes dotaciones, los insto a sentirse orgullosos de esta bicentenaria Institución y a través de ella servir a la Patria que nos cobija, nos vio nacer y por la que todos quienes vestimos el uniforme naval, juramos rendir la vida si fuese necesario.

Para finalizar, hago llegar un afectuoso saludo a las distinguidas familias de nuestras dotaciones, quienes son parte fundamental de nuestras vidas y de nuestra carrera naval, y en especial a aquellas familias de los Suboficiales Mayores de la Armada quienes nos han acompañado a recorrer nuestro track, a veces desplazadas por nuestra vocación, pero siempre fieles a aquel hombre lleno de atributos personales y profesionales que muy joven trazó su destino y que hoy luce con orgullo el galón ancho en su bocamanga.