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“Ustedes son, sin quererlo, el ejemplo de sus hermanos y el orgullo de sus padres”
Es el momento de rememorar a mis padres Carlos y Elsa que tempranamente fueron los primeros educadores y formadores, quienes con las limitaciones de la época, supieron educar a sus 8 hijos y hacerlos personas de bien.
Oriundo de Puerto Montt, luego de egresar del Liceo Industrial de esta ciudad, ingresé a la Armada para cumplir con mi servicio militar obligatorio en el CENIR como contingente 1984. Terminado mi periodo de conscripción postulé al curso de Escribiente, especialidad que cursé durante 1986, egresando luego como Marinero de los Servicios. No contento con esta condición de servicio, cumplí con mi deseo, los requisitos reglamentarios y fui cambiado al Escalafón de Línea.
Durante mis casi 33 años de Marina, he servido en diferentes reparticiones y unidades. Como todo marino pasé por todos los puestos y cargos; en todos y cada uno de ellos viví inolvidables momentos junto a las dotaciones con las cuales serví y siempre traté de dar mi máximo esfuerzo para hacer que este engranaje que era mi repartición o buque girara armoniosamente, lo cual iría en directo beneficio de nuestra Marina.
Ahora, sin ser el inventor de la rueda, me gustaría dedicar algunas palabras a los jóvenes marinos que comienzan su carrera o ya llevan algunos años dedicados a esta vocación que es la Marina; primero nosotros no somos personas comunes, somos un grupo selecto de hombres y mujeres que decidieron un día cruzar el portalón y ser los garantes de los más altos valores que inspiran a nuestra nación, somos marinos las 24 horas del día y todos y cada uno de nuestros actos siempre estarán en el escrutinio público para bien o para mal. La sociedad espera de nosotros ser personas justas, honestas, respetuosas y el sostén último de nuestra patria, nunca olviden sus obligaciones con el servicio.
Les espera en esta larga singladura que han elegido voluntariamente, muchas aventuras, vivencias, buenas y malas, desafíos, entrega personal y profesional, agotadoras jornadas de estudio, navegaciones y ejercicios, y sobre todo, prolongadas ausencias lejos del hogar de sus amores, en donde la abnegada (o) compañera (o) que tienen o tendrán a su lado, deberá asumir innumerables tareas de padre y madre. Todos cometemos errores en esta carrera, lo importante es sacar las mejores lecciones de ellos para no volver a repetirlos.
Por sobre la vida fácil y falta de valores de la sociedad actual, amen y cuiden a su familia, cultiven nuestras virtudes morales y tengan claros los conceptos de disciplina, lealtad, honradez profesional, amor a Dios, a la Marina y a la Patria y les garantizo que tendrán un feliz pasar por esta pasión que es la Marina y ella les retribuirá a su vez, con el apoyo y el sustento que les permitirá su futuro desarrollo, el de su familia y el de sus hijos. Soporten las tentaciones y ofrecimientos foráneos, fortalezcan su vocación; a la larga cuando su paso por la Armada llegue a su fin, se darán cuenta que fue la mejor elección. Ustedes son sin quererlo, el ejemplo de sus hermanos y el orgullo de sus padres.
No puedo finalizar estas palabras sin agradecer a mi esposa Cecilia, a mis hijos Andrés, Daniela, Francisca e Isidora, su invaluable apoyo para mi pleno desarrollo profesional, en especial a mi esposa, quien llevó las riendas del hogar durante mis ausencias; ella con su infinita ternura y amor de madre, junto con la tarea de la rigidez del padre, supo salir adelante con la familia logrando enfrentar con éxito los desafíos que se le presentaron.
Suboficial Mayor Carlos Soto Aguilar
Dirección del Bienestar Social de la Armada