Capitán de Navío (R) Wenceslao Fuentes
Del campo chileno a Hollywood
Muchas veces se dice que la vida es similar a una película, en que el guión y los giros van construyendo la historia. Este es el caso del Capitán de Navío (R) Wenceslao Fuentes que en su infancia, y hasta los 15, ni siquiera sabía de la existencia de la Armada de Chile. Hoy retirado hace 25 años de la Institución se dedica a enseñar a pilotear su querido avión Piper PA-18.
Fuentes nació en Linares en 1944, en su casa familiar, gracias a la tradicional matrona partera del sector. Vivía una vida normal de niño de campo, entre animales y tranquilidad, hasta que llegó a esas tierras, cuando Wenceslao tenía poco menos de 14 años, un nuevo tesorero provincial que trajo a su hijo desde Valparaíso, el que terminó convirtiéndose en su gran amigo. Como en la mayoría de los grandes cambios en la vida de una persona, algo lo gatilla. Algo inesperado.
Y esta vez fue su nuevo amigo el que le mostró otro mundo.
A esta edad, y gracias a las historias que le contaba su amigo de la Armada y el puerto principal, Fuentes decidió acompañarlo a postular en Talcahuano para entrar a la Escuela Naval. Su amigo no quedó. Él sí. Cuando fue a dar los exámenes sus ojos quedaron maravillados con el mar que tenía al frente, el que a sus 15 aún no había tenido oportunidad de conocer. Todo un hito en su corta vida.
Tras cursar su enseñanza en la Escuela Naval y realizar su viaje de instrucción en 1964, coincidió en New York con la primera visita de Los Beatles a Estados Unidos y la feria mundial de ese año, en plena revolución de las flores.
Pero esta película le tenía preparado otro giro en el guión. En 1965 fue destinado como Segundo Comandante al que sería el último buque a carbón de la Armada de Chile en servicio: el Remolcador Galvarino.
Fuentes recuerda: "ahí aprendí como se debe navegar, sin radar, sin girocompás. Se hacía todo como se leía en los libros de navegación antigua. Así que cuando me tocó ser oficial de navegación en buques más modernos me resultó muy fácil".
El Galvarino tenía como tarea principal el mantener encendidas y en buenas condiciones las señalizaciones marítimas desde Puerto Montt hasta el Golfo de Penas. Para poder hacerlo navegar se requería hacer una engorrosa maniobra logística de suministro de su principal combustible: el carbón. Se transportaba desde Lota en tren hasta Puerto Montt con 240 toneladas de carbón de piedra, el que alcanzaba para navegar unos 20 días. Luego, en destino, este carbón era subido al buque en baldes gigantes de unos 800 kilos cada uno, y todo a pulso, los que se distribuían en 140 toneladas para las carboneras y las otras 100 en cubierta.
Fuentes recuerda que "las calderas estaban siempre encendidas, porque si se llegaba a apagar no funcionaba nada en la unidad, todo funcionaba a carbón incluyendo el generador que daba la electricidad. En la noche la caldera se "embancaba", se paraban todas las salidas de vapor y se dejaba solo con el carbón que quedaba".
Los tres jóvenes tripulantes a cargo de la máquina por cada hora navegando cargaban una tonelada de carbón con una pala, para luego ir sacando toda la escoria. Un tremendo esfuerzo.
Esta aventura culminó en 1967 cuando en Talcahuano se dio a baja el último buque a carbón de nuestra Armada de Chile.
Ya han pasado 25 años desde que Fuentes se retiró del servicio activo de la Marina, y hoy está dedicado a capitanear un barco pesquero en Aysén y a lo que se convirtió en una pasión: volar aviones Piper, acumulando más de 2 mil 500 horas de vuelo.
Toda una película de aventura para un niño de Linares.
De Linares a Hollywood
Corría 1979 cuando Fuentes fue enviado de Segundo Comandante al buque antártico Piloto Pardo, donde con el tiempo pasó a ser su Comandante. Es aquí donde vive una experiencia única que reafirma que su vida ha sido como una película, y en este caso, literalmente. Fuentes recuerda con entusiasmo: "estábamos en el Piloto Pardo haciendo unas reparaciones en Talcahuano cuando nos avisan que el buque haría una comisión extraordinaria a la Antártica por que la Marina había aceptado la petición de una productora de cine japonesa de arrendar el buque y un submarino para filmar parte de una película llamada 'Fukkatsu No Hi', la que acá se llamó Virus".
Partieron y estuvieron casi dos meses en el continente blanco, junto al submarino Simpson de la época, tiempo en el que pudieron compartir con un elenco histórico del cine mundial como George Kennedy, Robert Vaughn, Chuck Connors, Edward James Olmos y Olivia Hussey (conocida por su papel de Virgen María en la película Jesús de Nazareth de Franco Zeffirelli).
Esta actriz principal alojó en el buque todo ese tiempo y compartió la cámara, y no sólo de oficiales para descansar y comer, también una con lente y luces, ya que como agradecimiento los japoneses le pidieron que apareciera en la película, siendo parte de la escena más emotiva de esta mega producción.