Marinero Mario Fuentealba Recabarren

Imagen foto_00000001La Armada de Chile, desde sus orígenes, ha En 1965, fue destinado al patrullero "Leucotón", que escrito páginas heroicas, tanto en la guerra mientras se dirigía de Talcahuano a Chiloé, a principios como en la paz, provocando el regocijo del ser de agosto de ese año, cumpliendo con una comisión de nacional, y cuyo recuerdo no sólo promueve reencendido de faros, fue sorprendido por un violento el conocimiento de esos hechos en nuestra juventud, sino que, revitaliza los valores propios del hombre.

El Marinero Mario Fuentealba Recabarren tiene un significado especial para la Armada de Chile, ya que es el único miembro de la Armada y de las demás ramas de las Fuerzas Armadas, que ha recibido dos Distinciones al Valor, lo que demuestra su temple y espíritu de héroe.

Ingresó a la Escuela de Grumetes "Alejandro Navarrete Cisterna" en 1959 y, durante su paso por la Escuela, el espíritu de cuerpo y el compañerismo fueron, desde el principio, sus rasgos más distintivos, los que con el tiempo fue enriqueciendo hasta ofrendar la vida por los demás. Así, se fue moldeando su carácter y espíritu, donde aprendió a amar y respetar el mar como el escenario natural donde el marino desarrolla su profesión y su vida. Aprendió la historia y las tradiciones de nuestra Institución. Aprendió que..."nuestra Patria ha forjado hombres cuyas acciones, en cumplimiento de su deber, los ha llevado a perpetuar su gesto en proyección en las páginas de nuestra historia, llenando textos que relatan la acción y el espíritu que los llevó a ofrendar sus vidas en el cumplimiento de lo que ellos consideraron sagrado...su deber".

En 1961 ya como Marinero 2º, y cumpliendo transbordo al remolcador de alta mar "Huemul", el que efectuaba viajes de régimen entre la Isla Quiriquina y el Molo 500 en la Base Naval de Talcahuano, su temple y espíritu de héroe quedó demostrado una fría noche de invierno cuando el viejo remolcador surcaba las agitadas aguas de la bahía de Concepción. Por efecto del fuerte oleaje, un sargento de la Armada cayó por la borda al mar. El Marinero Fuentealba instantáneamente se lanzó al agua para rescatar al infortunado. Esta acción le valió el reconocimiento Institucional, haciéndose acreedor a la Medalla "Al Valor" el 21 de noviembre de 1961. No obstante, el destino le tenía deparada otra oportunidad de poner su vida al servicio su Institución.

En 1965, fue destinado al patrullero "Leucotón", que mientras se dirigía de Talcahuano a Chiloé, a principios como en la paz, fue sorprendido por un violento el conocimiento de esos hechos en nuestra temporal, provocando el varamiento de esta nave en las traicioneras costas de la caleta "Lliuco", en la bahía de San Pedro, al sur de Corral. Al rescate del "Leucotón" acudieron las escampavías "Janequeo" y "Cabrales". La marejada arrojó con fuerza a la "Janequeo" contra las rocas.

El comandante del "Leucotón" al ver la situación de los tripulantes del "Janequeo" organizó una partida de salvataje de 20 hombres que intentarían desde tierra ayudar a los náufragos de la nave que estaba siendo destrozada contra los roqueríos. Para ello instalaron un andarivel entre el "Leucotón" y la proa de una ballenera varada en la playa cercana al lugar del accidente. El marinero Fuentealba fue el primero en llegar a la playa para tender el andarivel.

Al primero en deslizarse por el andarivel, las tremendas olas lo arrojaron al mar. Fuentealba sin titubear se lanzó al agua para salvarlo. Ambos fueron arrastrados por la corriente hasta la ribera del río Lliuco. Fuentealba al llegar a la orilla perdió el conocimiento siendo reanimado por los lugareños que presenciaban la maniobra. Una vez reanimado se dirigió a la playa en que la mar arrojaba a los náufragos. Encontró a un oficial al que le efectuó reanimación boca a boca salvándolo de una muerte segura. Luego en cuatro oportunidades se lanzó al mar rescatando a cuatro compañeros pero en la cuarta acción una ola gigante lo cubrió desapareciendo para siempre.

Nuestra Institución perdió un hombre excepcional que hizo de su profesión, su vida; pero ganó un héroe, digno ejemplo para las generaciones venideras de marinos que tripulan nuestros buques, pero también es un ejemplo para nuestra juventud actual, que recuerda los más altos valores patrios, con un ejemplo contemporáneo de heroísmo, entrega y "Cumplimiento del Deber", que debe guiar a las nuevas generaciones de marinos.