Sargento 2° Peluquero y Nadador de rescate Manuel Pizarro
“Salvar vidas es un trabajo privilegiado”
El ganador del Premio Marinero Fuentealba 2019 fue uno de los protagonistas del heroico rescate de una windsurfista en Pichidangui, en el mes de mayo de 2019. Él fue el nadador de rescate que tuvo el primer contacto con ella después de 6 horas de estar sola en el mar.
“Yo quería ser nadador de rescate y para eso físicamente tiene que haber un sacrificio; siempre me gustó el agua, siempre fue mi pasión, miraba a los buzos de salvataje cómo hacían rescates y me decía ‘me gustaría hacer eso’, es un trabajo extraordinario, salvar vidas yo considero que es un trabajo privilegiado. Con esas palabras el Sargento 2° Peluquero y Nadador de rescate Manuel Pizarro, hijo de Manuel Pizarro Saavedra y María Palma Herrera, actual dotación de la Capitanía de Puerto de Valparaíso, define su trabajo.
La noche del sábado 18 de mayo de 2019 participó de un completo despliegue de medios tanto en mar y tierra, que incluyó a dos helicópteros con cámaras nocturnas, gracias al cual a las 23:05 horas encontraron con vida a Verónica Blanco Errázuriz, joven que durante la tarde de ese día había sido declarada como desaparecida mientras realizaba windsurf en la bahía de Pichidangui.
No era un rescate más para este Sargento que lleva 10 años como nadador de rescate. Éste era su primer salvataje nocturno en lo que iba de su carrera: “Ese día estaba saliendo del cine y recibí el llamado de emergencia tipo 20:30 horas, me recogí a los 20 minutos y ya estaban designados los nadadores que íbamos a operar en este rescate. Dos fueron en un helicóptero “Dauphin” y los otros dos en una unidad con capacidades nocturnas del escuadrón HA donde fui asignado junto al otro nadador, el Sargento 2° Raúl García”.
A las 17:00 horas, la familia de la joven deportista dio aviso de su desaparición.
De inmediato la Autoridad Marítima de Coquimbo dispuso el despliegue de medios para buscarla tanto en mar como en tierra, participando las Lancha de Servicio General “Coquimbo” y “Quintero”, además de unidades aeronavales.
Finalmente, fue el helicóptero tipo “Cougar” el que, gracias a sus modernas capacidades, pudo encontrar a la persona desaparecida.
“Nos dirigimos al área de rebusca, donde tras 25 a 30 minutos, gracias a la cámara que posee la unidad y las capacidades que tiene el Escuadrón, pudimos detectar junto al Cabo Silva, a cargo de las imágenes, a una persona sobre una tabla. Recibimos esa información del piloto que ya la tenía a la vista, informándonos que estábamos listos a bajar. En ese momento se tomó la decisión que iba a bajar solo un nadador de rescate: yo, gracias a mi experiencia en rescates nocturnos de entrenamiento. Gracias a Dios, el año anterior tuve la oportunidad de hacer 4 ejercicios de este tipo en diferentes escenarios nocturnos”.
El momento del rescate
El realizado en Pichidangui es el primer rescate que se hace directamente desde el agua durante la noche. Su complejidad, además de la falta de referencias visuales por la oscuridad, radica en que fue encontrada sin que ella tuviera algún dispositivo que la iluminara, como una luz o algo reflectante.
“Las condiciones eran olas de 4 metros y obviamente en la noche no se divisa eso. La idea es no perder de visual a la víctima en ningún momento, pero de noche y como al bajar del helicóptero uno va girando, se produce en efecto de la veo y no la veo”, rememora el Sargento Pizarro.
“Al llegar al agua empecé a nadar en dirección a ella, obviamente la corriente era fuerte y tuve que nadar como 15 metros. Cuando me acerqué me preocupé por cómo estaba, ya que fueron 6 horas las que estuvo en el agua y uno como rescatista piensa muchas cosas: cómo estará, estará bien emocionalmente, pues siempre cuando una persona está en peligro y llega su rescatista el rescatado se tiende a desmoralizar o a entregar. Gracias a Dios ella estaba súper consciente de lo que estaba pasando, le pregunte si estaba bien, si había algo que me tuviese que contar como una fractura o herida, para poder tomar las medidas y dar los primeros auxilios antes de sacarla, pero estaba súper bien, ella muy consciente de lo que estaba pasando”, recuerda.
“La deportista, cuando se quebró su vela, tomó la decisión de amarrarse a la tabla con la línea de seguridad. No pensaba que la iban a ir a buscar, entonces si se perdía, iba a estar amarrada a la tabla”, comenta. “Cuando llegué hasta Verónica me dijo que estaba amarrada, entonces miré y vi la línea de seguridad. Con mi cuchillo la corté y la saqué, porque la ola nos pegaba de espaldas y ella estaba sin casco. Yo tenía que protegerla para que la tabla golpeara mi espalda y no la golpeara a ella”, cuenta.
Ganador del premio Marinero Fuentealba 2019
Con 10 años como nadador de rescate, el ganador del premio Marinero Fuentealba 2019 ha tenido la experiencia de buscar víctimas en Punta Arenas, por una hora y media aproximadamente en el agua, junto con otro nadador de rescate, en un lugar donde las condiciones son de clima frío.
Esto demuestra la preparación que poseen los nadadores de rescate, donde no solamente deben tener el físico acorde, sino que también deben certificarse en todos los tipos de aeronave, por lo que constantemente están realizando entrenamientos diurnos y nocturnos.
Al preguntarle por el momento en que su mando le informó que había sido merecedor de este premio, creado con el objetivo de destacar y reconocer los actos o hechos relevantes realizados por el personal naval en actividades propias de la Institución y que contribuyen a realzar la imagen de la Armada, reconoce que fue “un verdadero honor, porque uno entrega su vida sin esperar algún beneficio o algún reconocimiento, uno lo hace en silencio, porque es lo que a uno le apasiona, entregar su vida. Además, quisiera dar las gracias a mis padres, a mi madre que falleció a principios de enero, porque ellos me entregaron los valores de querer ser una persona de bien, de entregarse por los demás. Sin ellos no hubiese pensado algún día ser nadador de rescate, pero la verdad que ha sido un privilegio y ellos están muy orgullosos de lo que hace su hijo, y yo considero que ese es el mayor premio que puedo tener”.
Peluquero y nadador de rescate
Llama la atención que la especialidad de este nadador de rescate sea peluquero.
“Yo tenía la película clara. Mi interés por ser Marino nace desde chiquitito, porque soy de Arica y siempre estuve ligado al agua. Hice el servicio militar en la Armada y ahí cursé “Peluca”, pero quería ser del equipo de natación. En 2010, cuando se creó la especialidad de nadador de rescate, empecé a prepararme. Cuatro meses antes de postular, todos los días, a las 6 de la mañana, nadaba 3 mil metros, y cuando llegué al curso fui el tercero más rápido de mi promoción. Quedé y realicé toda la preparación que se pide para llegar a ser un nadador de rescate, estando destinado primero en el Grupo Aeronaval Sur, HU-1 y ahora en la Capitanía de Puerto”.
Una carrera distinta, de la cual se enorgullece, y reconoce que “me siento un Marino especial, porque puedo entregar mi vida por los demás, así lo veo yo. El premio Marinero Fuentealba es una forma de cómo la Institución me ha honrado, y de verdad se lo agradezco de corazón”.