El zarpe definitivo

Llega el momento del zarpe y la maniobra ha sido estudiada y ejecutada muchas veces…

Ya es hora… el clarín con su toque de “aclara” nos indica que todo comienza:

“larga la 2, 3, 4 y la 5”…

“pabellón a tope…”

Las cartas están echadas, la vida se nos pasó como un suspiro y ya no hay retorno, la eternidad espera. Algunos lloran, otros reniegan, también agradecen. La historia está escrita y hemos formado parte de ella.

“izar el portalón…”

Con que facilidad emergen los recuerdos y nos encontramos suspendidos en un mar de anécdotas, vivencias, dolores y alegrías. Volvemos la mirada 35 años atrás y vemos las imágenes en blanco y negro de una multitud de niños en busca de su destino…

“larga la 1”…

Ya sabemos lo que es morder la tierra, conocemos la temperatura del mar a las 05:30 horas, conocemos el peso del “Pablito” y el valor de la palabra “lealtad”. Todo avanza rápidamente, ya somos antiguos y lucimos algunos quinquenios en la manga derecha. Se han formado familias y grupos de amigos hechos en el rigor, en la soledad o navegando.

“maquina… un golpe atrás”

Muchos han quedado en el camino, algunos ya han hecho su zarpe definitivo y aquella multitud original se va reduciendo paulatinamente. Poco a poco fuimos pintando canas y ya lucimos barrigas prominentes. Siguen quedando niños en el camino y algunos van llegando a la meta, pero el ciclo continúa y el zarpe es inminente.

Hemos vuelto a la cuna, nos reencontramos con grandes amigos y homenajeamos a los que zarparon antes. Que alegría de verlos a todos, que lindos recuerdos. La lucha ha sido incesante, pero ya no hay tiempo, la proa está a 45 grados del muelle y solo nos une a tierra un trozo de cuerda.

“larga la 6…”

“avante a toda máquina…”

“trinca para la mar”…

Tierra ya es un recuerdo y esta navegación es la más gloriosa de todas, es el zarpe a la eternidad.

Viento a un largo compañero, que la mar te sea propicia y recuerda ir a recibir las espías a nuestra recalada.

Un abrazo,

Juan Carlos Hernández Niklitschek*

*Poema redactado por motivo del fallecimiento de un compañero de armas.