Seis meses duró el proceso de capacitación certificado a nivel internacional por las agencias especializadas en buceo técnico IANTD (Asociación Internacional de Nitrox y Buzos Técnicos) y TDI (Technical Diving International). Un equipo de ocho buzos navales, logró la certificación que les permitió ampliar sus capacidades en materia de buceo, implementando la capacidad de buceo autónomo hasta los 100 metros de profundidad, lo cual se convierte en un nuevo hito para la Institución.

Para llevar a cabo esta tarea, los buzos navales cuentan con equipos de circuito cerrado Rebreather (CCR), Diver Propulsion Vehicle (DPV), trajes secos con ropa de aislación térmica para aguas frías y estación de mezcla de gases.

Con este logro, la Armada de Chile cuenta con las mismas competencias que poseen las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, convirtiéndose en el segundo país de Sudamérica que logra este nivel.

El importante logro de la Armada chilena se desarrolló frente a la costa de la isla Robinson Crusoe, en el archipiélago Juan Fernández, en el marco de la conmemoración de los 100 años del hundimiento del crucero alemán SMS Dresden en marzo de este año.

Para la Armada de Chile contar con estas capacidades resulta muy importante, ya que al tener esta certificación, los buzos de salvataje cumplen con los estándares internacionales, alcanzando los mismos niveles que poseen las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. Desde ahora podrán desarrollar rescates de cuerpos, exploración, inspección, reconocimiento en caso de pérdida de algún material y, de ser necesario, hacer una recuperación con un equipo especializado en trabajo submarino.

El Jefe de la Partida de Salvataje de la Primera Zona Naval, Teniente 1º Juan Pablo Tessada, señaló que anteriormente las búsquedas submarinas estaban limitadas hasta los 60 metros de profundidad. La capacitación tuvo tres etapas: la primera consistió en la familiarización con el equipo a una profundidad de 30 metros, la cual se efectuó en la primera quincena de noviembre de 2014.

La segunda etapa consistió en la utilización de diferentes mezclas de gases, tales como la mezcla de gas trimix, compuesta de oxígeno, nitrógeno y helio, que les permitió bucear hasta 60 metros de profundidad en enero. Posteriormente, el equipo de la Armada tuvo que sumar 25 horas de experiencia de buceo con el equipo para poder realizar la última etapa, la cual tuvo lugar en marzo. "Desde ahora la Armada de Chile estará preparada para manejar todas las situaciones relativas al buceo a gran profundidad. El objetivo es tener dos equipos de forma simultánea, uno enfocado en las labores de búsqueda y el otro preparado para hacer el trabajo pesado a gran profundidad", explicó el Teniente Tessada.

Asimismo, agregó que: "Fue un proceso de entrenamiento extenso y arduo. Éste es el primer paso de todas las metas que tenemos fijadas, ya que nos queda mucho trabajo por delante para decir que tenemos la capacidad de reaccionar ante todo tipo de escenarios".