Capitán de Navío (R) Ignacio Adolfo Amenábar Castro
99 años de Historias y Vivencias
Con más de 30 años de servicio en la Institución, de los cuales más de la mitad fueron en altamar, el Comandante Amenábar nos relata sus vivencias que ocurrieron hace casi 45 años, pero que son contadas como si hubiesen ocurrido ayer.
El Capitán de Navío (R) Ignacio Adolfo Amenábar Castro, conocido en la Institución por su segundo nombre, ingresó a la Escuela Naval en 1929 sin tener cumplido los 14 años. Un hombre de campo y esfuerzo que nació en la ciudad de Vicuña, que perdió a su padre a muy temprana edad, y que sin ni siquiera conocer el mar, decidió vivir la aventura de cambiar los valles por el océano.
Hoy tiene 99 años y a pesar de su edad, recuerda con lujo y detalle cada uno de los diferentes momentos que a lo largo de su carrera le tocó vivir y que, además, tiene plasmado en un "Cuaderno de Memorias", el cual comenzó como Guardiamarina en 1934 y que fue complementando a lo largo de los años.
Esa vieja tradición de que cada guardiamarina tuviese su propia bitácora, hoy le permite mantener sus recuerdos intactos, además de vivir y revivir cada unas de las proezas pasadas, las de una Marina que por sus experiencias hoy podría parecer rara, ajena y desconocida, pero que, sin duda, se transforma en los cimientos y base de la moderna y tecnológica Armada que conocemos hoy.
Su Crucero de Instrucción, que fue hace ya 80 años, fue el penúltimo que realizara la "Baquedano", el cual por las condiciones de crisis que se vivían en ese momento en el país, pasó por los puertos de Arica, Isla de Pascua, el Cabo de Hornos y los canales del sur. Para llegar a Isla de Pascua se demoraron 36 días (navegación más larga de su carrera), la cual tuvo que enfrentar inclusive un temporal. "No había pañol, estaba todo mojado y salado, los animales se iban golpeando entre sí. En esa época no habían refrigeradores en lo buques, por lo que en las navegaciones se incluían animales vivos a bordo, los que eran faenados para ser los "ranchos" de las tripulaciones", explica el Comandante Amenábar.
Otro de los momentos que recuerda con pasión fue la oportunidad en la que tuvo que ir a buscar el "Toltén" a Estados Unidos. Mientras se encontraban en dicho país, éste sufrió el ataque a Pearl Harbor, en plena Segunda Guerra Mundial. En esa oportunidad, desertaron ocho personas de la tripulación, quedando solo 16 hombres a bordo en lugar de los 24. Durante el trayecto de vuelta a Chile, la dotación tenía que ir cubriendo tres puestos simultáneamente, y pese a sufrir un ciclón en alta mar, lograron llegar con la Unidad sana y salva a nuestro país.
32 AÑOS DE SERVICIO
Estuvo 32 años en servicio de la Institución y del país, saliendo a retiro en 1966. Vistió por última vez su uniforme hace más de 45 años, sin embargo, por muchos años se reunía con los "Caleuchanos" en Santiago todos los primeros miércoles del mes, y cada vez que participaba de reuniones de Oficiales de las Fuerzas Armadas en retiro, aprovechaba la oportunidad para subirse a un buque y recorrerlo, aunque confiesa que son completamente ajenos y desconocido todos los computadores y tecnología que en ellos se encuentra.
Durante sus más de 30 años de servicio, tiene 23 años de embarco efectivo, en los que recorrió nuestro país y viajó al extranjero en varias oportunidades, navegando en unidades que hoy forman parte de nuestra historia, como por ejemplo, la Baquedano, Toltén, Yelcho, Rancagua, por nombrar algunos. Además fue Comisario Coronel y Contralor de la Armada.
Sin embargo, sus recuerdos y vivencias se encuentran en aquellos momentos en los que era él y la inmensidad del mar. Son relatos de un "viejo lobo de mar", de una Marina pasada, diferente quizás en sus formas, en los que los buques eran impulsados a vela o a carbón, donde las unidades no estaban compuestas por más de 30 hombres y en donde los radares no existían, y todo lo que había era lo que el ojo humano pudiera identificar. Hoy, en una Marina completamente diferente, son esos recuerdos, tradiciones, sacrificios y anécdotas, aquello que materializa y le da vida al "Estilo Naval". Ese que nadie puede definir con exactitud, pero que todos aquellos que han llevado y llevan el uniforme comprenden y entienden a la perfección.